El evangelio de este domingo nos sigue presentando al Señor Jesús dirigiéndose a sus discípulos, a los que les dice “a los que me escuchan les digo”, para seguir enseñándoles, cómo deben vivir o proceder si es que desean ser sus discípulos, si es que realmente quieren ser hijos del Altísimo.  

La tarea para cada uno es exigente pero necesaria, ya que debemos llegar a ser hombres y mujeres en plenitud y para eso primero hay que aprender a ser seres humanos y teniendo al humano llegar a ser un buen cristiano. 

 Ya el domingo pasado la enseñanza en positivo que les daba era que debían vivir como los verdaderos profetas y debían evitar actuar como los falsos profetas. Que en otras palabras era como decirles vivan como vivo Yo, de quien la gente dice que soy un profeta que es la respuesta que le dan sus discípulos cuando Él les pregunte ¿Quién dice la gente que soy yo? 

 En esta oportunidad el Señor Jesús se dirige a los discípulos, que lo escuchan, para que actúen con amor, no con violencia, para que actúen con respeto, para que sean solidarios con todos.  

Es lo que hace la diferencia entre un seguidor de Jesús y uno que no está dispuesto a seguirlo, sino que persiste en una vida de pecado. 

De ahí que vuelve a insistir en la necesidad de la práctica del amor, la bondad, la compasión como medio para llegar a ser “hijos del Altísimo, que es bueno también con los malvados y desagradecidos”. Y la razón está en que nadie queda excluido del amor de Dios, por lo tanto, también ninguno de sus hijos debe excluir de su amor, a ningún hermano o hermana, pues si a todos ama Dios, quienes somos nosotros para pretender excluir a los demás. 

 Y como para alentar esta práctica de proceder, como hijos del Altísimo, hace notar la diferencia que hay entre un hijo del Altísimo y un pecador, también está la promesa de un gran premio, la dicha de ser hijos del Altísimo, y ser recompensados con la misma medida con que hemos tratado a los demás. 

 LA RAZÓN ÚLTIMA PARA COMPORTARNOS ASÍ, ESTÁ EN QUE DEBEMOS REFLEJAR EN NOSOTROS LA IMAGEN Y SEMEJANZA DE AQUEL QUE NOS CREO.  

QUE NO DEBEMOS EMPAÑAR ESA IMAGEN QUE TODOS ESTAMOS LLAMADOS A REFLEJAR CON NUESTRO COMPORTAMIENTO, DE NUESTRO BUEN PADRE DIOS, DELANTE DE LOS DEMÁS. 

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