El primer domingo de Cuaresma es conocido como DOMINGO DE TENTACIÓN, por el evangelio que se proclama. El segundo domingo de Cuaresma podríamos llamarlo como DOMINGO DE LA TRANSFIGURACIÓN por el tema que presenta el evangelio.
Pero como llamaríamos a este tercer Domingo de Cuaresma ya que en el texto del evangelio que se proclama nos presenta al Señor Jesús subiendo a Jerusalén y estando en la ciudad visita el templo donde encuentra a los vendedores y cambistas a quienes termina echando fuera del templo pidiéndoles que “no conviertan en un mercado la casa de mi Padre”. Podríamos llamar domingo de la “LA PURIFICACIÓN DEL TEMPLO”.
Fijándonos en el texto del evangelio lo primero que se nos hace notar es que el Señor Jesús está subiendo a la ciudad de Jerusalén, y que el motivo para hacerlo es la cercanía de la fiesta de la Pascua de los judíos, que recordaba la acción de Dios en favor del Pueblo hebreo y que la primera lectura nos recuerda “Yo soy el Señor tu Dios, que te saqué de Egipto, de la esclavitud”.
Por la fiesta de Pascua muchos peregrinaban hacía el Templo de Jerusalén y por eso se explica la presencia de tantos vendedores de bueyes, oveja y palomas, también la presencia de cambistas, ya que estaban allí para facilitar a los peregrinos, principalmente, para que pudieran ofrecer animales para los sacrificios en el templo y también hacer limosna.
Entonces como comprender la acción del Señor Jesús frente a estas personas, solo se me ocurre pensar que estas personas olvidándose que estaban para ayudar, empezaron a abusar de su posición, y cobraban precios abusivos y pagaban un precio muy menor por las monedas que traían los peregrinos para que estos pudieran hacer su limosna con la moneda del templo.
Lo que ha hecho el Señor Jesús no es comprendido por la gente y por eso le preguntan “¿Qué signos nos muestras para obrar así?”.
Frente a la pregunta planteada el Señor Jesús les lanza un desafío “destruyan este templo, y en tres días yo lo levantaré”, por cierto que no aceptaron el desafío y por lo tanto el Señor Jesús no les pudo mostrar el signo.
Mientras transcurrían las fiestas de la Pascua, el Señor Jesús fue obrando signos, y que la gente al ver los signos que realizaba, fueron creyendo en su nombre.
Hay que notar que por otro lado los discípulos que acompañan al Señor Jesús van comprendiendo los signos que realiza a la luz de la Palabra de Dios “el celo de tu casa me devora”, también hay cosas que llegan a comprender pasado el tiempo y a la luz de los acontecimientos “…cuando resucito de entre los muertos se acordaron de que había dicho eso y dieron fe a la Escritura y a las palabras que había dicho Jesús”.

Hermanos y hermanas estamos avanzando en este tiempo de Cuaresma, tiempo de gracia y salvación. Sigámonos preparando para celebrar gozosos la fiesta de la Pascua.
Recordando el titulo que le hemos dado a este domingo PURIFIQUEMOS EL TEMPLO DEL ESPÍRITU SANTO, que es nuestro cuerpo, con el sacramento de la RECONCILIACIÓN.

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