El evangelio de este domingo nos presenta al  Señor Jesús asistiendo a la casa de un fariseo importante quien lo ha invitado a comer en su casa. Allí observa el comportamiento de los invitados que por sí solos buscan los mejores puestos en la mesa del banquete.  

El señor Jesús aprovechando la situación que se está dando entre los invitados para enseñar a través de una Parábola que los que se humillan serán enaltecidos todo lo contrario acurre con aquellos que se enaltecen a sí mismos esos serán humillados, en otro pasaje evangélico una madre se acerca al Señor Jesús para pedirle los primeros puestos para sus hijos, en aquella ocasión le hace saber que los primeros puestos le corresponde asignarlos al Padre, aunque las situaciones son diferentes lo que no se deben olvidar los presentes es su calidad de invitados y por lo tanto no les corresponde asumir situaciones que solo le corresponde asumir y determinar al dueño de casa.  

Ciertamente no es la única enseñanza que aparece en este evangelio, también está la enseñanza que da el Señor Jesús sobre la generosidad como oportunidad de acumular tesoros en el cielo o en otras palabras, hacerse ricos a los ojos de Dios y esta enseñanza se da cuando recomienda al fariseo importante que lo invito a su casa para comer que la próxima vez que de un banquete en su casa invite a los pobres, lisiados, cojos, ciegos, es decir aquellos que no tienen ´para valerse por sí mismos y por lo tanto no le van a poder devolver el favor y por eso se lo pagarán en la resurrección final donde darán testimonio delante de Dios de todo el bien que a ellos les hizo en su nombre.  

Y esta enseñanza que aparece dando el Señor Jesús en aquel tiempo también vale para nosotros y por eso todo esto debemos realizarlo porque nos hemos acercado a Jesucristo, a nuestro Padre Dios, que se hace defensor de los desposeídos. 

Que cada uno de nosotros hermanos y hermanas lleguemos a comprender a que nos compromete el amor misericordioso de Nuestro Padre Dios, que todos nosotros también lleguemos a comprender que estamos llamados a ser “misericordiosos, como Nuestro Buen Padre que es misericordioso” 

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