El evangelio de este domingo nos presenta al Señor Jesús realizando la misión para la cual fue enviado por su Padre a la tierra, misión que ya estaba anunciada por medio del profeta quien daba a saber que el enviado de Dios, el Mesías, iba a ser ungido, evangelizar a los pobres, predicar la redención a los cautivos, devolver la vista a los ciegos, dar libertad a los oprimidos y promulgar un año de gracia del Señor. 

En el evangelio aparece una persona que le pregunta al Señor Jesús sobre una enseñanza que era difundida por aquellos que tenían la responsabilidad de enseñar al pueblo sobre la salvación y la pregunta que se le hace es “¿Señor es verdad que son pocos los que se salvan? Aquí es bueno decir algo sobre el pensamiento imperante en la época y esté era que la salvación se debía gracias al esfuerzo personal solamente y no se tenía en cuenta que la salvación es una gracia, un don gratuito de Dios en favor de todos. 

Se entiende entonces que el Señor les aconseje que entren por la puerta estrecha, puerta que Él les está abriendo con su predicación, con su anuncio de que Dios es Padre amoroso y que desea la salvación de todos, que Dios es lento a la cólera y rico en misericordia y perdón. La condición que pone el Señor Jesús es que deben utilizar la puerta estrecha que Él está abriendo, porque aquellos que intenten entrar por otra puerta no lo conseguirán por todas las exigencias que encierran el tener presente y cumplir todo aquel cúmulo de mandamientos, preceptos y mandatos que encierra el cumplimiento de la Ley.

Luego que establece el Señor Jesús las condiciones para entrar en el Reino de Dios empieza a decir que esa puerta se cerrará y cuando aquellos que pretendían salvarse por su solo esfuerzo, al comprender que no lo pueden lograr, entonces vendrán a golpear la puerta para pretender ellos también entrar pero la puerta permanecerá cerrada y solamente se deja escuchar aquella voz que niega conocer quiénes son, no sé de donde son ustedes, es más los califica como aquellos que hacen el mal. Y la calificación la hace en vista que eran del grupo que pretendía salvarse según la Ley, que no alcanzaban cumplir a pesar del esfuerzo realizado, y no aceptando la gracia, la misericordia, el amor, de Dios.

Este grupo que por la enseñanza recibida buscaba la salvación por el propio esfuerzo personal y sin acogerse al amor misericordioso de Dios y a su perdón ofrecido a través de su Hijo muy amado, su predilecto, al comprender su error llorarán y rechinaran los dientes por haberse negado a recibir la salvación gratuita ofrecida por Dios; es por eso que terminarán siendo testigos como muchos venidos de todas partes ocupan un “…lugar en el Banquete del Reino de Dios”, mientras ellos permanecen relegados a ser los últimos aunque se creían con derecho a ser los primeros en ocupar los primeros lugares.

NO OLVIDEMOS NUNCA QUE LA SALVACIÓN, ES UN DON GRATUITO QUE DIOS NOS DA EN SU HIJO JESÚS, EL CRISTO, Y QUE NOSOTROS LA ACEPTAMOS PORQUE QUEREMOS GOZAR DE ELLA.

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