Teniendo como trasfondo “LA 60 JORNADA MUNDIAL DE ORACIÓN POR LAS VOCACIONES”, podemos intentar reflexionar el Evangelio de este domingo que en su inicio nos presenta al Señor Jesús identificando al pastor y al ladrón y bandido y lo hace reconociendo el comportamiento de cada uno de ellos, al pastor se le reconoce porque entra por la puerta, es reconocido por el guardián y sus ovejas reconocen su voz cuando las va llamando por su nombre y por eso lo siguen; en cambio al ladrón y bandido se le reconoce porque no entra por la puerta sino que salta por otra parte, a este extraño las ovejas no lo reconocen su voz cuando las llama y por eso no lo siguen, además señala el Señor que este ingresa para robar, matar y destruir. Uno hace el bien el otro causa el mal.

Al ver que sus oyentes no terminan de comprender lo que les quiere enseñar por medio de esta imagen pastoril se ve en la necesidad de seguir enseñando.

En este segundo momento el Señor Jesús se presenta en el relato como “la puerta” del corral, el corral supone protección, seguridad para el rebaño de todo aquello que pueda ser un peligro o una amenaza externa. La puerta por donde debemos pasar pastor y rebaño al ingresar para dejar en el redil al rebaño y así el pastor se asegura que las ovejas quedan lejos de los peligros que supone dormir a la intemperie y el sueño del pastor será tranquilo sabiendo que sus ovejas están seguras.
La enseñanza vale lo mismo que para nosotros los sacerdotes al igual que vale también para los responsables de los grupos parroquiales, nuestra responsabilidad es cuidar al rebaño de todo peligro y no olvidar que somos servidores y no “mandamases” para poder comportarnos como verdaderos pastores preocupados por los confiados a nuestro cuidado.
Sigamos orando como Iglesia para que los sacerdotes nos comportemos como verdaderos pastores preocupados en obtener el olor a ovejas porque nos involucramos en nuestro servicio buscando siempre el bien del rebaño.
También pidamos al dueño de la mies para que los que somos llamados a este “servicio” no dejemos nunca de buscar el asemejar nuestra vida a la vida del único Pastor y dueño del rebaño: Jesús el Cristo.
Que no olvidemos que fuimos llamados para realizar su misión no nuestra misión.

QUE EL DUEÑO DE LA MIES, NUESTRO BUEN PADRE DIOS, ESCUCHE NUESTRA ORACIÓN QUE COMO IGLESIA ELEVAMOS A ÉL Y NOS ENVIE TRABAJADORES PARA HACER LA COSECHA DE SU MIES.

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