Queridos amigos

Todo viene del Padre Dios y va a Él. Pero va y viene por Jesucristo y la acción del Espíritu Santo. Estas palabras resumen el evangelio de esta Fiesta de la Trinidad, que celebramos hoy (Jn. 16, 12-15). Dios es tres Personas: Padre, Hijo, que se hizo hombre en Jesucristo, y Espíritu Santo. Tres Personas, que son diferentes entre sí, pero que son el mismo y único Ser espiritual divino. Es un misterio; pero esto no significa que no podamos saber nada de la Trinidad Santa ni menos que Esta no tenga parte en nuestras vidas. Es justamente la tarea que Jesús encomendó al Espíritu Santo.

Fuimos bautizados y nacimos a la vida divina en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, que hicieron en nosotros su morada (Jn 14,23). Es por ello que somos trinitarios entrando en una relación muy especial y marcada con cada una de estas tres Divinas Personas. Con cada una y con la comunión de las mismas. Esta relación con la Santísima Trinidad es lo fundamental y específico del cristiano y de nuestra religión cristiana. Es lo que nos da identidad (como cristianos) e identificación (frente a las demás religiones). Y es lo que debe marcar trinitariamente nuestras vidas de modo que seamos en todo un reflejo y un culto de la Stma. Trinidad: deben serlo la familia, el bautismo, la oración, la vida espiritual, la iglesia, etc.

Deben ser también trinitarios nuestro modo de vivir y nuestro modo de trabajar. Para que nuestro modo de vivir sea trinitario debe reflejar el modo de vivir de Dios Trinidad, que siendo tres son uno. Buena lección práctica para que las familias, las comunidades, la misma ONU, siendo muchos sean uno solo. Honramos a Dios Trinidad cuando vivimos según este principio de la unidad en la diversidad. La honramos también cuando trabajamos en Equipo, como lo hace esa Comunidad de Personas Distintas que es Dios: cada una haciendo lo suyo, lo que le es propio, pero confluyendo siempre al mismo y único fin. Hicieron así la Creación del universo, la Redención y la Santificación del hombre. Uno para todos y todos para el Uno.

Lamentablemente muy pocas veces vivimos así, por lo que en la práctica nos diferenciamos muy poco de los no cristianos. Es decir, muy poco honramos a Dios Trinidad con los hechos. Les invito a retomar esa oración elemental y distintivo de los cristianos que es la señal de la cruz. Con ella lo hacemos todo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, y expresamos que lo hacemos gracias a Ellos, con Ellos y por Ellos. ¡Cómo habrían de cambiar nuestras vidas!

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