Queridos amigos, reciban mi cordial saludo, en este domingo “día del Señor”.
Hoy culminamos el año litúrgico, ciclo A, con la solemnidad de “Nuestro Señor Jesucristo, Rey del universo”.
En Cristo está la plenitud de nuestra vida (la caridad), en él se colma la esperanza, en él la fe nos abre a la verdad plena.
Por ello Cristo es nuestra luz, “el principio y el fin”, y nuestra vida ha de procurar reflejar la vida de Cristo, desde la capacidad y llave de la bienaventuranza eterna: practicando el mandamiento del amor a Dios y al prójimo.
Cuando el ángel le anuncia a la Virgen Maria, que será la madre, del “Salvador”, le dice que su “reinado no terminará jamás.”(Lc.1,33).
Cristo nos predicó el Reino de Dios, su reinado no es al modo humano de gobiernos temporales. El reinado de Cristo, es fruto de su amor Redentor por nuestra salvación. El Reino de Cristo, “es el reino de la santidad y la gracia, el reino de la justicia, el amor y la paz”,(como se dice en el prefacio de la misa).
Demos gracias a Dios, por tener en Cristo, la plenitud del amor, la gracia, verdad y justicia, de él nos viene la salvación (1Co.15,20-28).
Cristo nos ama como el Buen Pastor (Ez.34,11-17), y nos ama como justo juez (Mt.25,31-46), tal como afirmamos en el Credo que rezamos los domingos.
El reinado de Cristo pasa por el amor al Prójimo, y seguirlo, es reconociendo a Cristo en el prójimo, en el pobre (Is.58,7 ss; 1Jn.4,20-21).
Y por ello se nos propone las obras de misericordia.
Los tengo presente en mi corazón y en la misa de hoy.
Tengamos a “Cristo como Rey en nuestro corazón, en nuestra patria.!!
Imitemos sus virtudes.!!!
Sigamos orando por la paz en el mundo.
Oh María sin pecado concebida. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

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