¡La llena de Gracia!

Queridos amigos. Estamos de Fiesta, hoy celebramos a la Virgen María como Inmaculada, pura, sin mancha, llena de Gracia. Es una bella coincidencia la de este Domingo II de Adviento con la solemnidad de María. La Iglesia ha querido que prevalezca la solemnidad de nuestra madre, quizá por la necesidad, muy humana, de hacer evidenciar rasgos destacados de algunos personajes, con el fin de poner trazar caminos más llevaderos hacia la santidad. María es un buen ejemplo de ello, y es quizá por donde también quiere apuntar el evangelio de este domingo.

San Lucas, es el único evangelio canónico que relata la anunciación, como un hecho extraordinario y al mismo tiempo en lo cotidiano de una mujer pobre, sencilla y humilde de un pueblo de judea llamado Nazareth. El diálogo compuesto por el autor del evangelio nos hace entender la necesidad de explicar un acontecimiento tan grande, la propuesta de Dios que parece un hecho insondable, con un coloquio más bien con dudas y que finalmente, prevalece el rotundo sí, libre y disoluto de la madre del salvador.

¿Qué tiene que ver esto con el Dogma que hoy celebramos y con el Adviento? La Conjugación no es sencilla, la teología no es matemática, sin embargo, podemos destacar la fuerza del adviento, el eje primordial de la preparación, con el sentido de esta fiesta, la necesidad de preparar una morada para el Señor, hace que una gracia especial que solo ha sido concedida a María, para que sea preservada del pecado original. La conjugación es sencilla cuando se entiende la necesidad de prepararnos, necesidad que lo vemos en el actuar humano, pero sobre todo en la acción y el plan de Dios

Entendido esto, probablemente sea más sencillo de comprender lo que viene. La preparación exige llenarse de Dios, y eso es lo que ocurrió en María, la sobreabundancia de la gracia del altísimo, hace que el pecado sea vencido, está tan llena de Dios que solo puede tener a su espíritu y dar vida. Es necesario que esté llena de Gracia, para que pueda romper cualquier barrera del dolor y de la muerte, y pueda así dar vida.

No olvidemos que, como familia Vicentina, estamos conectados al misterio de la Inmaculada. En las apariciones de la Virgen María a Santa Catalina, la jaculatoria reza: Oh María sin pecado concebida. Esto sirvió de corroboración, años después, casi 30 años después, de lo que solemnemente declaró la Iglesia como Dogma.

Finalmente, hermanos, es preciso cuestionarnos en estos días si estamos preparados para llenarnos de Dios, nuestra dignidad de hijos de Dios, nos hace ver a María no como un ejemplo inalcanzable, sino más bien una posibilidad. Posibilidad de vivir una vida desde la sencillez en donde prime el amor y el servicio. Posibilidad de anteponer nuestra vida ante el proyecto de Dios. Posibilidad de vivir disponible al servicio de los hermanos. Posibilidad de libertad, ante un proyecto que nos sobrepasa, pero qué se relaciona estrechamente, con nuestros talentos y potencialidades, dados por Dios.

Vivamos preparados, al estilo de María, y que su ejemplo de fidelidad y perseverancia, siga posibilitando nuestra vida, para recibir a Cristo en nuestros corazones.

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