LECTIO DIVINA –DOMINGO 18º TO. – “A”
DENLES USTEDES DE COMER
LA PALABRA HOY: Isaías 55,1-3; Salmo 144; Romanos 8,35.37-39; Mateo 14,13-21
Ambientación: Al centro el cáliz y la patena con pan, cartel con la frase: Denles ustedes de comer
Cantos sugeridos: No podemos caminar; Hambre de Dios
AMBIENTACIÓN:
Compasión y clemencia de Dios es lo que Jesús manifiesta a todos los que llegan a él necesitados. Él sabe bien que no sólo alimenta el pan que multiplica, sino también la Palabra que comparte. Con este gesto educa a los discípulos de todos los tiempos en la actitud de compartir.
Oración inicial
Señor, tú te has manifestado primero por medio de tu palabra,
En tus palabras, Jesús, encuentro el alimento que llena mi alma,
Te presento mis panes y mis peces Señor, para que me ayudes a multiplicarlos, quiero compartirlos con los demás,
Gracias Jesús por los dones que he recibido de tu generosidad,
gracias por que nos alimentas hasta quedar saciados.
Quiero confiar en ti Jesús,
quiero guiar mi vida según tu espíritu,
Señor ayúdame a confiar solo en ti,
para poder servir a los demás,
para ser parte de los discípulos que has elegido para
dar de comer a tu pueblo.Señor en ti confío, amén.
LECTIO ¿Qué dice el texto? Mateo 14,13-21
Motivación: Aunque Dios quiera ocultarse, como a veces puede parecernos, los seres humanos lo necesitamos y vamos buscándolo con insistencia. Tiene que hacer el milagro de cambiarnos y cambiar nuestra suerte. Pero Él nos pide colaboración, ser sensibles ante los demás y compartir con los necesitados, es decir, con todos. Escuchemos.
En aquel tiempo, al enterarse Jesús de la muerte de Juan, el Bautista, se marchó de allí en una barca, a un sitio tranquilo y apartado. Al saberlo la gente, lo siguió por tierra desde los pueblos.
Al desembarcar, vio Jesús la muchedumbre, sintió compasión de ellos y curó a los enfermos. Como se hizo tarde, se acercaron los discípulos a decirle:
-Estamos en despoblado y es muy tarde, despide a la multitud para que vayan a los poblados y compren algo de comer.
Jesús les replicó: – No hace falta que vayan, denles ustedes de comer.
Ellos le replicaron: – No tenemos aquí más que cinco panes y dos peces.
Les dijo: – Tráiganmelos.
Mandó a la gente que se recostara en la hierba y, tomando los cinco panes y los dos peces, alzó la mirada al cielo, pronunció la bendición, partió los panes y se los dio a los discípulos; los discípulos se los dieron a la gente. Comieron todos hasta quedar satisfechos y recogieron doce canastos llenos de sobras. Comieron unos cinco mil hombres, sin contar mujeres y niños.
Preguntas para la lectura:
- ¿Cómo reacciona Jesús cuando desembarca y ve a todo ese gentío que lo sigue?
- ¿Qué diferencia hay entre la actitud de Jesús y la de los discípulos? ¿Qué encargo da a los suyos ante esa multitud?
- ¿Cuál es la respuesta de los discípulos cuando Jesús les manda a dar de comer a la multitud?
- ¿Qué es lo primero que hace Jesús antes de dar de comer a la gente?
- ¿Cuántos fueron los que comieron hasta quedar satisfechos?
MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?
Motivación: A nuestro alrededor sigue habiendo mucha gente hambrienta y Jesús continúa siendo el único pan que sacia. Pero necesita de nosotros, discípulos suyos, como servidores e intermediarios. Meditemos para descubrir el verdadero sentido de la Eucaristía.
- ¿Cómo es mi mirada hacia la gente que muestra cualquier tipo de necesidad a mi alrededor?
- ¿Soy capaz de desprenderme de mis panes y mis peces, para compartirlos con los demás?
- ¿Soy capaz de multiplicar los dones que Dios me ha dado, para ponerlos al servicio de los demás?
- ¿Es la palabra de Dios el alimento que deja satisfecha mi alma?
- ¿Es la Eucaristía la fuente de mi compromiso cristiano?
ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Jesús sabe que es Dios quien garantiza el éxito de su misión, aun en medio del rechazo y a pesar de la insignificancia de cinco panes y dos peces. Y a nosotros nos hace colaboradores en esta gran tarea. Levantemos nuestros ojos a Dios y pidámosle que nos haga capaces de ser fieles servidores suyos.
- Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
- Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 144).
CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente exhorta a los misioneros a vivir la caridad de Jesucristo:
Miremos al Hijo de Dios: ¡qué corazón tan caritativo! ¡Qué llama de amor! ¿Quién ha amado en esto al prójimo más que tú? Viniste a exponerte a todas nuestras miserias, a tomar la forma de pecador, a llevar una vida de sufrimiento y a padecer por nosotros una muerte ignominiosa; ¿hay amor semejante? ¿Quién podría amar de una forma tan supereminente? Sólo nuestro Señor ha podido dejarse arrastrar por el amor a las criaturas hasta dejar el trono de su Padre para venir a tomar un cuerpo sujeto a las debilidades. ¿Y para qué? Para establecer entre nosotros por su ejemplo y su palabra la caridad con el prójimo. Este amor fue el que lo crucificó y el que hizo esta obra admirable de nuestra redención. Hermanos míos, si tuviéramos un poco de ese amor, ¿nos quedaríamos con los brazos cruzados? ¿Dejaríamos morir a todos esos que podríamos asistir? No, la caridad no puede permanecer ociosa, sino que nos mueve a la salvación y al consuelo de los demás. (XI, 555)
- Compromiso: Durante la semana, busca algunas personas que tengan necesidad de ser alimentadas y ayúdales a saciar su hambre corporal.
Oración final
Señor, tú estás siempre con nosotros y no nos abandonas, permítenos no abandonarte a ti en el momento del sufrimiento, y más bien, saber entenderte y sentirte como Aquel que murió por nosotros para que resucitemos a una vida nueva.
Te pido perdón de mis pecados y confío plenamente en ti,
yo sé que tú me salvas en esta situación
porque me conviertes en un ser amoroso como tú lo eres.
Por eso Padre Santo, acompaña junto a mí, a todos los que están sufriendo, especialmente a las familias pobres, y acompaña, sobre todo, a las personas que están sufriendo el Coronavirus,
para que, si es posible, puedan salvarse,
y si no se salvan de esta vida, por medio de la muerte,
participen plenamente del amor glorioso de tu resurrección
y nos reencontremos cuando tú nos levantes a todos de la muerte. Amén. (Mons. Carlos Castillo)