MARÍA, ESPERA A JESÚS: ¿Y TÚ?

 

Alejandra y Fausto, siempre vivían tristes. Son esposos. Habían gastado todo su dinero en médicos, medicinas, muchos tratamientos y sin resultado alguno. ¿Cuál era su tristeza?: nunca habían podido tener hijos. Muchos años habían llevado esa tristeza, es más, estaban a punto de separarse. De pronto, en el periódico mural de su parroquia vieron un cartel que decía: “¿estás triste? ¿Crees que la esperanza la perdiste? ¿Crees que ya nada tiene solución? ¿Perdiste la esperanza? Ven que Jesús te espera con los brazos abiertos en una jornada con el Santísimo. Ellos fueron por “curiosidad”. De pronto en esa jornada, en plena adoración, el obispo que presidía esa adoración dijo: “Aquí hay una pareja de esposos que piensan que ya se les acabó la esperanza. 

Y Jesús les dice: YO VOY A RESTAURAR SU ALEGRÍA Y ESPERANZA PERDIDAS; YO HARÉ QUE USTEDES SALTEN DE ALEGRÍA, SÓLO ESPEREN CON FE, QUE YO SOY SU DIOS”. Ellos estaban más que asombrados. Lloraron como si nunca lo hubieran hecho. A los 2 meses luego de visitar a su médico, pasaron por la parroquia, y otra vez encontraron el mismo cartel con el mismo mensaje. Fueron a esa jornada y había otro obispo dirigiendo esa jornada eucarística. Y lloraron más porque escucharon otro mensaje de Jesús: “AHORA DENME GRACIAS PORQUE YA LES RESTAURÉ SU ESPERANZA, NO LO DUDEN”. Luego de 1 año se acercan a esa parroquia a una 3ra jornada para dar gracias a Dios, porque llevaban en sus brazos a la hija de sus entrañas que le pusieron por nombre BELÉN DE JESÚS MARÍA.

Estamos ya en la recta final de este tiempo de adviento, como sabemos, tiempo fuerte de gracia, para volvernos para Dios. Siempre debemos hacer nuestra evaluación: ¿estaré viviendo como Dios quiere este tiempo de adviento? ¿Hay, quizás, cosas que me distraigan de la centralidad de Adviento que es Dios mismo?

¿Cuántos de nosotros buscamos señales de Dios? ¿Cuántos creemos por los milagros que queremos que Dios nos de por un capricho personal? ¿Podemos condicionar nuestra fe si es que Dios nos concede lo que queremos? A pesar de que podamos condicionar nuestra fe a uno o muchos milagros, Dios siempre nos va a poner una luz de esperanza, nos habla sin pensar que será en una persona, en una comunidad, en un acontecimiento, siempre nos habla, nos regala la esperanza perdida como a Fausto y Alejandra de la historia: “el Señor por su cuenta, les dará una señal: miren la virgen está en cinta y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Enmanuel, que significa “Dios con nosotros” (Is.7,10-14). Isaías, el profeta de la esperanza, nos pone como antesala, la llegada del Mesías en un vientre materno.

El evangelio de Mateo nos pone el nacimiento de Jesucristo (Mt.1,19-24). María siempre esperó, siempre confió. Esperó y creyó en las promesas de Dios, que eso a veces nos falta: “esperaba un hijo por obra del Espíritu Santo”. No le desanimó que estuvieran bajo la mirada perversa de Herodes, ya que este quería matar a “todos los niños menores de 2 años que había en Belén” (Mt.2,16). Tampoco se desanimó cuando en algún momento José no quería aceptar a María como su esposa.

Como Dios tiene sus formas de hablar y de actuar, le habló por medio de un ángel (recordemos que ángel se traduce por mensajero). Le pidió que no se llenara de temor para acoger a María, como la mamá del Salvador: “no temas aceptar a María por esposa, pues la criatura que hay en ella viene del Espíritu Santo”. José fue obediente a los designios de Dios y fue tan dichoso porque recibió en su casa a María Santísima: “Cuando José se despertó, hizo lo que le había mandado el ángel del Señor y recibió a María como esposa”.

José pudo discernir cuál era la voluntad de Dios para Él. Se dejó conducir también como María, por el Espíritu de Dios. Adviento siempre será un tiempo para no perder la esperanza, que no defrauda. Por esta virtud, no nos apoyamos en nuestras fuerzas, sino en la fuerza amorosa de Dios, de su Espíritu Santo (cf.N.Cat.1817).

María siempre estuvo esperando a Jesús, no se desanimó, confió, aunque le pudo costar, pero lo hizo. ¿Tú te fías de Dios como María y José? María Santísima no perdió la paz, su gozo era: ser la portadora de la única esperanza que salva, que es Jesús. Ella esperó a Jesús: ¿y tú?

Con mi bendición:

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