Iniciamos este nuevo año litúrgico correspondiente al ciclo “A”.

Y la Palabra de Dios nos invita a ponernos en camino al encuentro del Salvador que viene.

En la primera lectura el Profeta Isaías da a conocer una visión que le es revelada en relación a Judá y Jerusalén.

En la visión el profeta vislumbra el final de la historia donde todos los pueblos reconocerán al Dios de Israel como aquél a quien hay que buscar, escuchar y seguir el camino que Él les muestre.

Los pueblos se animaran unos a otros a buscar al Señor para ser instruidos para caminar en la Ley del Señor y que mejor que escuchando la Palabra de Dios.

El Señor será reconocido por los pueblos como el árbitro que les hará justicia de tal manera que se establecerá la paz entre todos tanto así que ya no necesitaran adiestrarse para la guerra y por lo tanto ya no necesitaran de armas para la guerra sino que estas mismas se convertirán en instrumentos de labranza para cultivar la tierra y por lo tanto habrá comida abundante para todos.

Por eso termina el profeta animando al Pueblo de Dios, “ven casa de Jacob”, a caminar a la luz del señor para ser ejemplo para los demás pueblos en cómo se debe seguir al Señor.

Ánimo que también es para nosotros de tal manera que nuestro testimonio de vida cristiana anime a los demás hermanos y hermanas a tomar la decisión de seguir ellos también al Señor nuestro Padre que a todos ama y desea salvar.

En la segunda lectura el Apóstol San Pablo escribiendo a los creyentes de Roma los invita a que tomen conciencia del momento que viven y por lo tanto es tiempo de despertar del sueño para vivir la realidad del día a día y como en ese día a día la salvación se va manifestando más cercana.

Es tiempo de pasar de la oscuridad a la luz del día de tal manera que sea posible dejar las obras de las tinieblas, obras de mal y empezar a realizar las obras del bien revestidos de las armas de la luz, revestidos de Cristo Luz del Mundo.

De allí que el Apóstol recomienda dejar algunas obras que no ayudan a expresar el seguimiento del Señor muy por el contrario recomienda caminar por la vida con dignidad, la dignidad de los hijos e hijas de Dios que habiendo conocido, escuchado y seguido al Señor deben dar ejemplo de hijos e hijas obedientes de su Padre Dios.

“Revístanse  del Señor Jesucristo” es la última recomendación que hace el Apóstol al final de la lectura, recomendación que también es válida para nosotros y que no es otra cosa que empezar a hacernos obedientes a nuestro buen Padre Dios que se nos revela cercano en su Hijo Jesucristo Señor nuestro.

El evangelio de este primer domingo de Adviento nos presenta al señor Jesús hablando a sus discípulos y haciéndoles caer en la cuenta que la vida del hombre transcurre casi siempre igual en el día a día pero en ese tiempo también actúa la salvación de Dios para aquellos que están dispuestos a realizar lo que Dios les pide.

Les advierte el Señor a sus discípulos que también sucederá lo mismo cuando venga el Hijo del Hombre, habla aquí de la segunda venida en gloria y majestad para establecer el juicio a los pueblos y por lo tanto no sabiendo la fecha exacta de su venida deben estar vigilantes y preparados para esperar con alegría la venida del señor en que actuara la salvación definitiva.

Esta advertencia también aceptémosla hermanos y hermanas como echa para nosotros de tal manera que en nuestro vivir diario tengamos siempre presente que debemos obrar el bien que dios espera de sus hijos e hijas y en todo caso si por alguna razón nos olvidamos de hacerlo y por el contrario obramos el mal, que al darnos cuenta de ello estemos prontos para pedirle perdón seguros de que su misericordia es más grande que nuestros pecados.

A TODOS USTEDES HERMANOS Y HERMANAS LES DESEO UN FELIZ AÑO NUEVO LITURGICO.

QUE ESTE NUEVO AÑO LITURGICO SEA INICIADO CON ÁNIMO RENOVADO EN EL SEGUIMIENTO A NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO.

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