Celebrada ya la fiesta de la NAVIDAD y habiéndonos alegrado grandemente por el nacimiento del HIJO DE DIOS, enviado por el Padre, para salvarnos a todos y estando dentro de la octava de Navidad este domingo la Iglesia celebra la FIESTA DE LA SAGRADA FAMILIA en donde todos somos invitados a contemplar esta realidad misteriosa pero muy humana de vivir la familia dentro del plan salvífico de Dios.

El evangelio de esta fiesta nos presenta el pasaje que meditamos en el quinto misterio gozoso del santo rosario “EL NIÑO PERDIDO Y HALLADO EN EL TEMPLO”.

Dejemos que el relato del evangelio nos vaya descubriendo unos aspectos de vivir la familia.

Y lo PRIMERO que nos revela de la vida en familia es que la fe se vive dentro de ella y en comunidad, “los padres de Jesús solían ir cada año a Jerusalén…” y que los padres son responsables de la educación y la vivencia de la fe de sus hijos, “…Cuando Jesús cumplió doce años, subieron a celebrar la fiesta, de la pascua, según su costumbre, es decir la fe celebrada llega a hacerse costumbre en la vivencia d la vida familiar.

Lo SEGUNDO que nos enseña el relato es que la responsabilidad del cuidado de los hijos es intransferible en la vida familiar ya que corresponde a los padres hacerlo, y para hacerlo pueden contar con ayuda de otras personas pero esa ayuda no los libera de su responsabilidad del cuidado de los hijos. “…y, cuando se regresaron; pero el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que lo supieran sus padres. Estos creyendo que estaba en la caravana, hicieron un día de camino y se pusieron a buscarlo entre los parientes y conocidos…” y es que al caer la tarde la caravana se detiene para hacer el campamento y pasar la noche descansando a campo abierto y al amanecer volverse a poner en camino, es en est momento que los padres se dan cuenta de la falta del hijo, pues no se acerca a ellos para pasar la noche juntos como familia; y de ahí que los padres empiecen a buscar al hijo.

La responsabilidad de los padres los lleva a deshacer el camino hecho y regresar a la ciudad de Jerusalén en busca del hijo a quien “…encontraron al tercer día”, y es que al volver demoraron otro día y recién al tercer día al buscarlo lograron encontrarlo en el templo. “Lo encontraron en el templo, sentado en medio de los maestros, escuchándolos y haciéndoles preguntas; todos los que lo oían quedaban asombrados de su talento y de las respuestas que daba…” esta escena nos deja entrever que el niño ha sido educado en el conocimiento y vivencia de la fe y desde esa experiencia le lleva a interrogar a los que saben más que Él sobre la fe del Pueblo de Dios y su manera de vivirla. Y es que la fe debe abarcar toda la vida del creyente que debe vivirla según las consecuencias de lo que cree. Este niño ha sido educado por sus padres, primeros educadores de sus hijos, en la fe del Pueblo santo de Dios y el niño no solo ha aprendido sino que ha comprendido que la fe ilumina y anima la vida cada día. Muy diferente a la conducta de los padres de familia y de los hijos que si bien se preocupan de la educación en la fe cristiana de sus hijos, la asumen como un momento en su vida pero que no tiene que ver con toda la vida. De tal manera que se preocupan, por ejemplo que reciban el sacramento de la EUCARISTÍA por primera vez pero después de eso ya no se preocupan porque su hijo siga recibiendo cada domingo el ALIMENTO QUE DA VIDA ETERNA. O jóvenes que se preparan para recibir el sacramento de la CONFIRMACIÓN pero que después de confirmarse abandonan toda práctica religiosa y no que hablar de su participación en la celebración de la SANTA MISA.

Mi impresión es que educamos a los hijos para que sean futuros traidores de su fe en su vida práctica de cada día.

Lo TERCERO que nos enseña el relato es que dentro de las responsabilidades de los padres para con sus hijos está el corregir en su comportamiento a los hijos si creen que estos no están comportándose como es debido. “…y le dijo su madre: Hijo ¿por qué nos has tratado así?” La pregunta que le hace la madre permite que el hijo pueda dar razón de su comportamiento y de esa manera puedan los padres volver a hacer una nueva valoración sobre el comportamiento de su hijo y no olvidar que amar a Dios es ocuparse de sus cosas y realizarlas desde nuestra naturaleza humana.

Por último, lo CUARTO que nos enseña es como el hijo vive bajo la autoridad de sus padres, pero no es una autoridad posesiva ni frustrante,  sino que la autoridad de los padres  es una autoridad que ayuda al hijo a aprender a utilizar su libertad personal y a la vez ayuda a que el niño se desarrolle en todos los ámbitos de su vida para llegar a ser un hombre pleno y responsable delante de Dios y también delante de los hombres. “…Y Jesús iba creciendo en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y los hombres”.

QUE EL EJEMPLO DE LA SAGRADA FAMILIA AYUDE A TODOS, PADRES E HIJOS A LLEVAR UNA VIDA FAMILIAR MÁS PLENA DONDE TODOS NOS SINTAMOS A GUSTO Y ORGULLOSOS DE PERTENECER A NUESTRA PROPIA FAMILIA…

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