Vamos avanzando en el año litúrgico y del tiempo ordinario ya a la séptima semana que llegado el día miércoles cambiaremos y pasaremos al tiempo de CUARESMA con la celebración del MIÉRCOLES DE CENIZA.

En este domingo la Palabra de Dios en la primera lectura tomada del libro Levítico escuchamos como Dios hablándole a Moisés le da  indicaciones para que estas sean comunicadas a la asamblea de los hijos de Israel.

La primera indicación expresa un deseo o petición: “serán santos” y el Señor la razón que da para serlo es: “porque yo. El Señor, su Dios, soy santo.”

Las siguientes indicaciones están expresadas en mandatos:

– No odiaras a tu hermano.

– Reprenderás a tu pariente.

– No te vengarás.

– No guardarás rencor.

– Amarás a tu prójimo.

Y la razón para hacerlo es el: amor a uno mismo.

Para que no quede duda que esto debe cumplirse, quien lo manda termina recordando al pueblo: “yo soy el Señor”

 

La segunda lectura nos presenta al apóstol reflexionando a través de su primera carta con los creyentes de Corinto. Lo primero que escucharon los corintios y el apóstol les recordaba es que cada creyente es Templo de Dios y que el Espíritu de Dios habita en cada uno de ellos.

De ahí nace la necesidad de cuidar de nosotros mismos como responsables del gran don que nos ha hecho Dios: el don de la vida.

Y si el templo de Dios es santo entonces en el solo se puede hacer cosas santas.

Luego reflexiona el apóstol sobre la sabiduría humana y la valoración que Dios hace de ella. Y es que el creyente no puede vivir sino haciendo aquello que le ayuda a hacer el bien y evitar el mal pues hacerlo de otra manera será necedad de su parte. Es cada uno responsable por sus actos, y aquí no vale transferir la responsabilidad a terceros, cada quién dará cuenta a Dios de lo que hizo con su vida.

 

El evangelio de este domingo nos hace escuchar que el Señor Jesús enseña a sus discípulos. Y lo que les enseña sigue a sus discípulos es que habiendo aprendido a hacer las cosas de una manera, ahora deben aprender a hacerlo de otra manera, a la manera de Dios.

Y ¿Cómo es la manera de Dios? me puede preguntar alguien y yo le responderé diciendo: haciendo siempre el bien en favor de los demás, según la enseñanza de la primera lectura.

El “Ojo por ojo diente por diente” ya no puede seguir rigiendo las relaciones entre las personas, ahora según el Señor Jesús hay que devolver bien por mal y entre otras cosas cuando lo haces, le estas ayudando al otro para que aprenda a hacer lo mismo.

El “Amarás a tu prójimo y aborrecerás a tus enemigos” que regía las relaciones entre las personas; pero ya no va más, según la enseñanza del Señor Jesús, ahora es el amor a todos lo que debe regir la vida del discípulo.

Escuchar este pasaje del evangelio me hizo recordar que en Aparecida se nos recordó a todos los creyentes que por el sacramento del bautismo, todos somos discípulos misioneros, y si somos discípulos y misioneros tenemos que seguir las enseñanzas del Maestro.

 

BUEN MENSAJE PARA TODOS NOSOTROS, TENIENDO CERCA EL INICIO DE LA CUARESMA.

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