El evangelio de este domingo nos presenta al Señor Jesús enseñando a sus discípulos sobre la responsabilidad de hacer buen uso de los dones recibidos.
Para esto le cuenta una parábola donde un hombre deja encargado parte de su riqueza a sus empleados, pero considerando la capacidad de cada uno. Si nos percatamos bien este hombre les deja encargados a sus empleados para que cuiden sus bienes, no dice que el dueño les pida que hagan negocio con lo que les ha entregado ni que tengan que aumentar la riqueza de su amo.
La iniciativa de hacer negocio con lo recibido surge en dos de ellos de los tres encargados, el otro pone en lugar seguro lo recibido para que no se pierda lo encargado.
El desenlace de la historia que cuenta el Señor Jesús sucede cuando el amo regresa después de mucho tiempo y pide cuenta de lo suyo.
Cada uno de los empleados rinde cuenta de lo encargado y el primer y segundo empleado son alabados por el amo ya que tuvieron la iniciativa que hizo aumentar la riqueza del amo y por eso los llama fieles y cumplidores y les hace acreedores de un cargo importante además de invitarlos a pasar y participar del banquete de su Señor.
Todo iba bien en la entrega de cuentas hasta que llega el tercero de sus empleados quien al rendir cuentas de lo encargado devuelve lo encargado.
Este empleado luego de entregar lo encargado empieza a dar razones que no le fueron pedidas pero que dejan al descubierto la poca iniciativa que este tiene al cuidar lo encargado.
El amo después de escuchar las razones que da el tercer empleado, tiene elementos de juicio, por lo que califica de negligente y holgazán a su empleado y hace que se le despoje de lo entregado y se lo den al que tiene más.
Por este detalle nos damos cuenta que lo entregado por el amo y lo ganado por los empleados, sigue siendo conservado por los mismos, de ahí que termina su historia haciendo notar que el amo afirma que al que tiene se le dará y le sobrará, pero al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene.
Y no solamente se le quitará lo que tiene, sino que será echado fuera, al lugar de las tinieblas. Es decir, no participa del banquete del amo, sino que al ser echado a las tinieblas allí va a llorar y rechinará los dientes.

Para nuestro provecho debemos comprender que cada uno de nosotros somos responsables de los dones que hemos recibido del Señor y lo que hagamos con ellos es de nuestra iniciativa, pero siempre buscando hacer aumentar los dones para hacernos dignos de quien nos lo otorgo y pueda Él confiarnos cosas mayores y ser invitados a su banquete.
Que este domingo XXXIII del Tiempo Ordinario en que se celebra la JORNADA MUNDIAL DE LOS POBRES, nos recuerde a todos nosotros que estamos llamados a practicar siempre las OBRAS DE MISERICORDIA: tanto las CORPORALES como las ESPIRITUALES y así expresar que hemos aprendido la enseñanza que también a nosotros nos hace el Señor Jesús y que por eso ponemos a trabajar lo que nos ha sido entregado para que produzca ganancias en favor del Dueño y de quienes son atendidos con nuestras obras de bien.

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