Ya llega el Señor

Hubo una vez un Señor que estaba a punto de morirse, por una enfermedad incurable. Su deseo fue: “quiero que me traigan a un sacerdote porque deseo prepararme para mi partida”. Su pedido fue atendido. Llegó el sacerdote a tiempo: fue a su casa, se confesó, le administró la unción de los enfermos y le llevó el viático. Un detalle que llamó la atención fue que cuando vio que el sacerdote ingresó a su casa, exclamó con mucha paz y esperanza: “Esto es lo que estaba esperando”. Al día siguiente de esa visita, el enfermo se murió.

Son tantísimos años y de tantas maneras que se ha hablado del “fin del mundo”, y cuánto daño se ha hecho al respecto (discursos, fechas, manipulaciones de acontecimientos, etc) y todas sin fundamento.

Algo que sí es seguro: que viene el Señor con gloria y poder, que esperamos su venida, por eso es que anunciamos su muerte, proclamamos su Resurrección para decirle: “Ven, Señor, Jesús”.

Daniel, en su libro (12, 1-3) define al final de los tiempos como “tiempos difíciles”, pero con una gran certeza: “se salvará tu pueblo”. Aquel Señor enfermo no creo que haya leído al profeta Daniel cuya lectura la proclamamos hoy, pero sí que tenía la certeza de la Vida Eterna: “Deseo prepararme para mi partida” y “esto es lo que estaba esperando”. Nuestra vida es un tránsito o un paso para la vida eterna, vida plena, para ver cara a cara a Dios por toda la eternidad.

Sabemos por fe que Dios tiene el propósito de salvarnos, de redimirnos, de darnos para siempre su vida y su amor. Es Jesús quien, como dice la carta a los hebreos, que “ofreció por los pecados un solo sacrificio” (10,11-14.18). Que tenemos que reconocer en Jesús al autor de la salvación, que está sentado a la diestra del Padre, y que tenemos que acercarnos con un corazón contrito y humillado para pedirle gracia y misericordia; Él y no otro.

No podemos establecer fechas ni exactas ni aproximadas de cuándo es el “fin del mundo” o “el final de los tiempos”, sólo tenemos que tener la certeza de un Dios que viene “con gran poder y majestad” como nos lo dice Marcos en su evangelio (13,24-32). Que todo se cumple en Cristo, que sus palabras, sus mensajes son ciertos, que tenemos que creerle a Dios porque de lo contrario nuestra vida deja de tener sentido.

Jesús exclama con certeza y esperanza: “El cielo y la tierra pasarán, mis palabras no pasarán”. Las lecturas ya nos preparan para vivir el próximo tiempo litúrgico que se avecina, como es el tiempo de Adviento, tiempo esperanza y preparación para la llegada de Jesús en la Navidad.

Preparémonos siempre porque es Jesús quien viene, y lo hace con gloria y con poder para salvar a este mundo.

¿Estaremos preparados para cuando el Señor vuelva por segunda vez?

Nos recordamos mutuamente: YA LLEGA EL SEÑOR.

Amén!!!

Con mi bendición.

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