SE PUEDE VENCER LAS TENTACIONES

El miércoles de ceniza dábamos inicio a la Cuaresma. Este es un tiempo de gracia, de reconciliación, de conversión, de volvernos para Dios. Por tanto, no es cualquier tiempo. Algunos le llaman “RETIRO ESPIRITUAL MÁS LARGO” del creyente, y que “no tiene costo”. Sabemos que es, también, un tiempo para prepararnos a la Semana Santa y al tiempo de Pascua. Cuando se nos impuso la ceniza recordábamos que nuestra vida es muy corta, pero siempre dependiente de Dios, ya que de Dios venimos y a Dios volvemos. Nuestra vida le pertenece a Él y no a otro.

¿Sabes que el diablo se viste de bondad? Esa es una de sus astucias, aparte de convencernos de que no existe. Pedro nos advierte: “el diablo, es como un león rugiente, que busca a su presa a quién devorar. Resístanle firmes en la fe” (1Pd.5,8). El autor del libro del Génesis nos pone este actuar del tentador o del diablo: “La serpiente replicó a la mujer: no morirán” (Gen.2,7-9; 3,1-7). El diablo sabe de Dios, aunque parezca “descabellado” afirmarlo, pero no obedece, desea ganar “adeptos” con su astucia. Cuidado con prestar oído a aquello que nos quita la paz y nos aleja de la salvación que es Dios mismo.

Pero el Apóstol San Pablo nos quiere hacer recordar que: “si por el delito de uno murieron todos, mucho más la gracia otorgada por Dios, el don de la gracia que correspondía a un solo hombre, Jesucristo, se ha desbordado sobre todos” (Rom.5,12-19). Por Cristo obtenemos la salvación, que se nos da por pura gratuidad. Cuaresma es un tiempo para afirmar nuestra fe en el único Dios que nos salva (cf.Filp.1,21; Jn.15,5).

Mateo nos presenta, en este primer domingo de cuaresma, las tentaciones de Jesús en el desierto (Mt.4,1-11). Un primer detalle que puede llamar la atención es: “Jesús fue llevado por el Espíritu al desierto”. La palabra desierto puede denotar: lugar donde una persona es presa fácil de cualquier tentación o de cualquier tentador, lugar de sequedad espiritual, o el sin sentido de la vida, lugar de “debilidad”. También puede significar: lugar para apartarme “del mundo”, o “del ruido”, lugar para que desde la serenidad pueda discernir y tomar buenas y prudentes decisiones, lugar para tener fuerza y vencer todo tipo de tentaciones, lugar para experimentar el toque amoroso de Dios que me salva. Jesús se dejó llevar por el Espíritu al desierto: ¿tú por quién te dejas llevar últimamente? ¿Realmente por el Espíritu de Dios o no?

Otro detalle son las mismas tentaciones de Jesús en el desierto. Él se prepara para vencerlas, porque sabe que no está solo, que nunca lo ha estado, que nunca lo estará. Jesús mira cómo el tentador o diablo, le intenta convencer por la palabra (buena “arma seductora”) de hacer lo contrario a la voluntad de su Padre. Cuando tienes una tentación, ¿qué haces? ¿Te desesperas? ¿Pides ayuda? ¿Te quedas callado para “llenarte” de lo que se te ofrece como seducción? ¿O vences porque Cristo reina en tu vida? (“en Cristo somos más que vencedores”, Rom.8,37).

Luego de esta experiencia del desierto, Jesús fue fortalecido para caminar conforme a la voluntad de su Padre Celestial.

Cuaresma es un tiempo para experimentar cómo nuestra vida se purifica para estas fortalecidos y así dejarnos encaminar por Dios mismo cada día de nuestra vida. Aprovechemos este tiempo de cuaresma para revestirnos de Jesús cada día y así salir airoso de las tentaciones. Pidamos a Dios el don de discernimiento y así podamos proceder conforme a lo que Dios quiere.

Con mi bendición.

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