Queridos amigos
Hoy es el Día de Nuestro Dios, que es y llamamos Trinidad: DiosPadre-Hijo-Espíritu Santo. Así, todo junto, como si se tratara de una sola palabra, para dar a entender que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, aun siendo tres Personas Divinas distintas, son una sola y misma cosa, un solo y mismo Dios: el Unitrino. Tanto es así que no es correcto decir que en Dios hay tres Personas Divinas, sino que Dios es tres Personas. Justamente las tres Personas de las que habla el evangelio de hoy (Jn 3, 16-18; 5) y nos colman de bendiciones (2Cor 3, 14).
De Dios Trinidad sabemos muy poco y lo sabemos gracias a Jesús que nos lo reveló y quiso que todos fuéramos bautizados en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo (Mt 28,19). Por miles de años los hombres vivieron creyendo que solo había un dios (caso de los judíos y musulmanes) o muchos dioses (caso de casi todos los demás pueblos). ¿No era eso suficiente? Es lo que hoy piensan muchos, incluso cristianos, para quienes lo que importa es que adoren a un dios, ¿qué más da que sea un dios u otro? Jesús, que vino a poner las cosas en su sitio, no pensó así. Para Él no era suficiente adorar lo que y como uno quiera, sino que hay que creer lo que y como Dios nos ha revelado. Por ejemplo, con el evangelio de hoy: que el Padre Dios nos ama tanto que entregó a su Hijo Único para salvarnos (Jn 3, 16-17), lo que hace por medio del agua y del Espíritu Santo, es decir, por medio del bautismo.
Cara a nosotros la Santísima Trinidad es un misterio. Por la plenitud insondable de su infinita perfección, más que porque sea un enigma o un tabú. De hecho el mismo Unitrino quiso revelársenos, dándonos a conocer cómo es Él y mostrándonos el infinito amor que nos tiene. Más aún, quiso hacernos partícipes de su propia vida, en medida tal que se nos hace increíble. La vida eterna (nuestra felicidad) está en conocer al Padre y a quien el Padre ha enviado Jesucristo (Jn 17,3), lo que supone la intervención del Espíritu Santo (1 Cor 12,3). A quien me ame, mi Padre lo amará, y vendremos a Él y pondremos nuestra morada en él (Jn 14,23).
El Credo de los Apóstoles nos dice algo de lo mucho que este Dios Trinidad es y hace por medio de cada una de sus Personas. Resumiéndolo, digamos que, en su primera parte, proclamamos al Padre como Creador; en la segunda, al Hijo como Redentor-Salvador y, en la tercera, al Espíritu Santo como Santificador. Hagamos del Credo una oración con la que confesamos nuestra fe trinitaria. No es una recitación sino una proclamación.