PENTECOSTÉS, FIESTA DEL ESPÍRITU SANTO

En una parroquia lejos de la ciudad había un grupo oración, que la integraban señoras de avanzada edad y que nunca o casi nunca habían estado en una escuela. Tenían algo en común: siempre llamaban al Espíritu Santo, danzaban, cantaban y alababan a Dios. Su tristeza: no eran bien vistos por los demás grupos parroquiales, tampoco por algunos sacerdotes y líderes laicos de esa comunidad. Una vez muchas personas que pasaban por ese salón escucharon hablar “cosas raras” o “palabras raras” o “lenguas raras”. Dos de esas personas habían estudiado las lenguas de la biblia, y tenían varios títulos académicos. Ellos oyeron hablar esas “cosas raras” o “lenguas raras”, pero esta vez con frases en hebreo y griego que ellos pudieron traducirlos. De pronto cambiaron de aspecto, su rostro se llenó de lágrimas, porque Dios “les había hablado”, habían entendido que eran mensajes para ellos de una parte de su vida que no estaba ordenada. Fueron a ese salón y de rodillas le pidieron perdón a ese grupo y como segundo acto de fe, pidieron que les impusieran sus manos para que orasen por ellos.

Qué bueno es Dios que nos concede la alegría de estar juntos bajo esta misma Fe, en esta misma esperanza y por el amor que le tenemos a Dios. ¿Cuántos de nosotros somos bautizados? Por fe creemos, y por nuestra doctrina y por la tradición bíblica y eclesial que el Espíritu Santo está en nosotros, y que lo recibimos en nuestro bautismo. ¿Creemos realmente esto?

¿Qué tanto crees en el Espíritu Santo? ¿Crees que es Dios? ¿Crees que habla? ¿Se puede manipular al Espíritu Santo? ¿Todos tenemos al Espíritu Santo?, ¿Es cierto que “regala” dones ordinarios y extraordinarios?

Hay una afirmación que hace San Pablo y que está en 1Cor.12,3: Nadie puede actuar o decir tal o cual cosa si no es por la acción del Espíritu Santo en nosotros.

Hoy es un gran día, hoy es una gran fiesta, la Fiesta del Espíritu Santo, la Fiesta de Pentecostés, hoy nace la Iglesia. Se hace presente la promesa de Jesús: “No les dejaré solos, les enviaré al Espíritu Santo”, “su tristeza se convertirá en alegría”, “me voy pero volveré”.

¿Sabes que Dios te ha regalado sus dones por medio de su Espíritu? ¿Sabes que son los dones o carismas del Espíritu Santo? Escucha el catecismo que dice: “Extraordinarios o sencillos y humildes, los carismas son gracias del Espíritu Santo, que tienen directa o indirectamente, una utilidad eclesial; los carismas están ordenados a la edificación de la Iglesia, al bien de los hombres y a las necesidades del mundo” (Nvo.Cat.799-800). A veces cuando nos resistimos, como los dos personajes de la historia, al Espíritu Santo, nuestra vida se hace una ruina, somos cristianos a medias. La Iglesia y el mundo están como están porque no terminamos de abrirnos más al Espíritu, ya que todo lo racionalizamos y lo cuestionamos sin sustento. Sin el Espíritu Santo en nuestras vidas, no somos nada, somos hojas que el viento se lleva, cristianos sin sustento.

Entendemos por qué en algún momento los apóstoles tuvieron “las puertas cerradas por miedo” a los judíos. Cuántos podremos adoptar esa postura. Quiere, Jesús, este día mostrarnos que es “real”, quiere mostrarte a ti que vale la pena creer en él, por eso nos regala una vez más su Espíritu. Sepamos invocarle cada día, a cada momento, en cada circunstancia de nuestra vida, no le tengamos miedo. Jesús se presenta hoy en el evangelio, como el portador de Espíritu Santo que trae paz. Es capaz de soplar aliento de vida en los Apóstoles para renovarles en su misión de Santificar el mundo por la gracia de Dios. Ellos continúan la misión salvadora de Jesús. Tú también lo puedes hacer porque tienes al Espíritu Santo.

Pedir Espíritu Santo, desear Espíritu Santo, Creer en el Espíritu Santo, son, entre otras muchas, las condiciones para que entre en nuestra vida como “dulce huésped del alma”, como “Padre amoroso del pobre”, como “divina luz” para enriquecernos.

Que al abrirnos al Espíritu Santo se cumpla aquella promesa de Hch.2,4: “Y todos quedaron llenos de Espíritu Santo”. Con el único fin: anunciar su amor (cf.Hch.1,8; Mt.28,16-20; Mc.16,15-20; Lc.4,18ss) y ser siempre coherentes (cf.Stgo..2,14ss), para que el mundo crea.

¡Feliz día de Pentecostés! ¡Aleluya!

Con mi bendición.

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