LECTIO DIVINA – EPIFANÍA DEL SEÑOR

HEMOS VISTO SU ESTRELLA

LA PALABRA HOY: Isaías 60, 1-6; Salmo 71; Efesios 3, 2-3.5-6; Mateo 2, 1-12
Ambientación: Imagen del Niño Jesús, delante cajas envueltas en papel de regalo. También se pueden colocar las imágenes de los Magos.
Cantos sugeridos: Esa estrella que ha nacido; Tres magos llegan de Oriente

AMBIENTACIÓN:
En la fiesta de la Epifanía celebramos que el nacimiento de Jesús en Belén es buena noticia para todo el universo. Acerquémonos al pesebre para contemplar la misericordia de Dios hecha niño para la salvación del mundo.

Oración inicial
Padre bueno, gracias por darnos
el regalo de tu hijo y ofrecernos en Él
tu amor y tu salvación, para todas las personas.
Señor Jesús, así como los magos,
se dejaron guiar por la estrella
para encontrarte y adorarte,
también te pedimos no sólo tus señales,
sino, sobre todo, ayúdanos a dejar todo
para ir a adorarte.
Danos la capacidad de seguirte,
generosa y alegremente,
cada día y para siempre;
que nuestros sentimientos,
pensamientos, cualidades, trabajo
y nuestro empeño sean la manera de reconocer,
que tú eres nuestro Rey, Dios y Señor.
Te pedimos por la Iglesia:
para que todos seamos misioneros
y discípulos, en nuestra tierra;
de tal modo que seamos testigos
que anuncian y guían a los demás hacia ti, Jesús,
Luz de las Naciones y del Universo.
AMÉN.

LECTIO ¿Qué dice el texto? Lucas 2,41-52

Motivación: Jesús salva a toda persona, de cualquier raza o nación; los que buscan, los sencillos, incluso los alejados, descubren y aceptan a Cristo. Los instalados, no. La luz de Dios, como la estrella, brilla para todos, pero hay que saber interpretarla y seguirla. Escuchemos: 

Jesús nació en Belén de Judea en tiempo del rey Herodes.
Entonces unos magos de oriente se presentaron en Jerusalén preguntando: “¿Dónde está el Rey de los judíos que ha nacido? Porque hemos visto salir su estrella y venimos a adorarlo”.
Al enterarse el rey Herodes se sobresaltó, y todo Jerusalén con él; convocó a los sumos sacerdotes y a los escribas del país, y les preguntó dónde tenía que nacer el Mesías.
Ellos le contestaron: En Belén de Judea, porque así lo ha escrito el profeta: “Y tu Belén, tierra de Judea, no eres ni mucho menos la última de las ciudades de Judea, pues de ti saldrá un jefe que será el pastor de mi pueblo Israel”.
Entonces Herodes llamó en secreto a los magos para que le precisaran el tiempo en que había aparecido la estrella, y los mando a Belén, diciéndoles: Vayan y averigüen cuidadosamente acerca del niño y, cuando lo encuentren, avísenme, para ir yo también a adorarlo.
Ellos después de oír al rey, se pusieron en camino, y de pronto la estrella que habían visto salir comenzó a guiarlos, hasta que vino a pararse encima de donde estaba el niño.
Al ver la estrella, se llenaron de inmensa alegría. Entraron en la casa, vieron al niño con María, su madre, y cayendo de rodillas, lo adoraron; después, abriendo sus cofres, le ofrecieron regalos: oro, incienso y mirra.
Y habiendo sido advertidos en sueños, para que no volvieran donde estaba Herodes, se marcharon a su tierra por otro camino.

Preguntas para la lectura:

  • ¿A qué se dedicaban estos sabios venidos de Oriente?
  • ¿Ante quién se presentaron primero para pedirle referencias sobre el Rey que acababa de nacer? ¿A dónde los dirigió el rey?
  • ¿Cuál fue el sentimiento que tuvieron estos sabios cuando volvieron a ver la estrella? ¿Qué hicieron ante el niño?
  • ¿Qué actitud tomaron ante la advertencia del ángel?

MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?

Motivación: Los Magos buscan a Jesús recién nacido y Herodes se estremece al conocer semejante noticia. Ambas actitudes, la acogida y el rechazo, continúan dándose en nuestra historia. A la luz del texto, leemos y comprendemos en clave de fe muchos aspectos de nuestra realidad actual.

  • ¿En qué medida te identificas con esos sabios que buscan a Dios? ¿De qué manera son modelo para nuestra fe?
  • Hemos visto su estrella. ¿Qué estrellas indican la presencia de Dios en nuestros ambientes? ¿Somos capaces de descubrirlas?
  • ¿Cuáles son los dones que debo entregarle a Jesús para reconocerlo como Hijo de Dios y mi Salvador? No son oro, incienso y mirra, sino mis actitudes que deben cambiar. ¿cuáles son?
  • ¿Dejo que el Señor cambie mis planes para tomar otros caminos en la vida que sean de acuerdo a su gran proyecto? ¿cuáles son esos nuevos caminos que el Señor me presenta?

ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: La actitud de los Magos adorando postrados al niño Jesús nos mueve a postrarnos también nosotros y a adorar al Señor que viene a salvarnos.

Interioricemos esta frase: Señor Jesús, mi Rey y Salvador. Sólo a Ti te adoro, haz de mi vida un modelo de discípulo.

Luego de un tiempo de oración personal, compartimos nuestra reflexión.

CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: Los Magos ofrecieron al Niño Dios sus mejores dones: oro, incienso y mirra. También nosotros podemos hoy ofrecerle lo mejor de nosotros mismos. San Vicente exhorta a ofrecer a Dios nuestras buenas acciones: 

¡Bien! ¡Alabado sea Dios por todo lo que acaba de decirse! Procuremos, padres, sacar provecho de ello; pongamos interés en ofrecer nuestras acciones a Dios, sobre todo las principales; y aunque en el ofrecimiento de la mañana se le ofrezcan a Dios todas las acciones del día, sin embargo, conviene durante la jornada ir ofreciéndole cada una de ellas en particular. No digo que haya que ofrecérselas todas y entretenerse en decir continuamente: “Dios mío, te ofrezco lo que estoy haciendo”; pero conviene hacerlo sobre todo en las acciones principales; así, todo lo que se haga será agradable a Dios. ¡Qué dicha dar siempre gusto a Dios, hacer todo lo que uno hace por amor de Dios y para agradarle! Entreguémonos, pues, a Dios para hacer en adelante todas nuestras acciones por su amor y por complacerle; de esta forma toda acción, por pequeña que sea, será de mucho mérito ante su divina Majestad. ¿No acabamos de oír lo que se ha dicho, de que es la pureza de intención lo que hace todas las acciones iguales? ¡Dios nos dé la gracia de aprovecharnos debidamente de todo esto!

  • ¿Qué le voy a dar al Señor como manifestación de mi fe en Él?, ¿de qué manera voy a expresar que Él es todo para mí?

Oración final
Dios oculto a mi entendimiento, que a veces te manifiestas,
como aquel día ante los Sabios de Oriente.
Pequeño Jesús, me arrodillo ante Ti como hicieron ellos,
te adoro, porque eres Tú, el único…
Y como ellos te regalaron oro, incienso y mirra,
te ofrezco todo mi ser, mi oración y mis limitaciones y sacrificios.
Si en mi vida he recibido o logrado algo, lo pongo a tu disposición.
Lo que me has dado te lo devuelvo con alegría, con libertad.
Junto a la Virgen María y a san José,
deseo mirarte con su gran amor y acogerte como ellos.
Tierno Jesús, Señor mío y Dios mío,
¡Manifiéstate!

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