LECTIO DIVINA – DOMINGO 5º TO –Ciclo B
CURÓ A MUCHOS ENFERMOS…
LA PALABRA HOY: Job 7,1-4.6-7; Salmo 146; 1 Corintios 9,16-19.22-23; Marcos 1,29-39
Ambientación: Imágenes de diversas enfermedades y dolencias de hoy, botiquín, al centro de todo, una vela grande.
Opcional: Una mano de cartulina para cada participante
Cantos sugeridos: Con nosotros está y no le conocemos.
AMBIENTACIÓN:
La vida humana es el gran regalo de Dios para todos, y ésta se va construyendo en el servicio a las personas, en la entrega a las causas nobles que ayudan a otros a vivir con dignidad.
Para nosotros, el sentido de la vida ha de ser el anuncio del Evangelio, un anuncio con palabras pero sobre todo con hechos, con prácticas liberadoras, cercanas y solidarias, que sean expresión del gran amor de nuestro Dios.
Oración inicial
Señor, tu Palabra, que todo lo sostiene y crea,
y es siempre nueva cada día,
es la que cura las heridas y males del alma.
Acércate a nosotros y extiende tu mano fuerte,
para que podamos dejarnos levantar,
podamos resucitar y comenzar a ser tus discípulos, tus siervos.
Llévanos contigo, en el silencio,
en el desierto florido de tu compañía y allí enséñanos a rezar, con tu voz,
con tu palabra para que también nosotros
lleguemos a ser anunciadores del Reino.
Manda ahora sobre nosotros tu Espíritu
con abundancia para que te escuchemos
con todo el corazón y con toda el alma. Amén.
LECTIO ¿Qué dice el texto? Marcos 1, 29-39
Motivación: Jesús entra en la historia de las personas para que tengan vida plena, para liberarla de los yugos que la esclavizan: la enfermedad, los malos espíritus… Nadie queda excluido. Jesús cumple la voluntad del Padre, que quiere la salvación llegue a todos los rincones de la tierra. Escuchemos:
En aquel tiempo, al salir Jesús y sus discípulos de la sinagoga, fue con Santiago y Juan a casa de Simón y Andrés. La suegra de Simón estaba en cama con fiebre; se lo dijeron a Jesús y él se acercó, la tomó de la mano y la levantó. Se le pasó la fiebre y se puso a servirles. Al atardecer, cuando ya se había puesto el sol, le llevaron todos los enfermos y endemoniados. La población entera se agolpaba a la puerta, Curó a muchos enfermos de diversos males y expulsó a muchos demonios; y como los demonios lo conocían, no les permitía hablar.
Se levantó de madrugada, se fue a un lugar solitario y allí se puso a orar. Simón y sus compañeros fueron y, al contrario, le dijeron: “Todo el mundo te busca”.
Él les respondió: “Vamos a otra parte, a los pueblos cercanos, para predicar también allí; que para eso he venido”.
Así recorrió toda Galilea, predicando en las sinagogas y expulsando demonios.
Preguntas para la lectura:
- ¿En qué lugares se ubica toda la actividad de Jesús?
- ¿Qué sucede en la casa de Pedro? ¿Cómo sana Jesús a la suegra de Pedro? ¿Qué es lo que ella hace una vez curada?
- ¿Qué hace Jesús al atardecer? ¿Cómo actúa con los endemoniados? ¿Qué hace Jesús antes del amanecer? ¿Por qué?
- A la mañana siguiente, todos buscan a Jesús, ¿qué responde Él? ¿Por qué?
MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?
Motivación: La actividad de Jesús y sus palabras, la relación que tiene con la gente y con los discípulos, su cercanía con Dios, no son para nosotros hechos del pasado. Su preocupación por los que sufren y el anuncio de la Buena Noticia del Reino definen el estilo de vida de los discípulos de todos los tiempos.
- A la luz del texto de hoy, ¿qué has aprendido sobre Jesús?
- ¿Dejo que Jesús cure mis enfermedades? ¿Llevo a otros enfermos hasta Jesús para que los sane?
- ¿Cómo es nuestra vida de oración? ¿Qué experiencias tenemos de encuentro con Dios?
- Jesús tiene tiempo para orar, expulsar demonios, curar, anunciar el evangelio… ¿en qué medida nuestra vida responde al Proyecto de Dios? ¿A qué dedicas el tiempo de tu jornada?
- El Reino se iba manifestando en cada paso que daba Jesús. ¿Qué signos del Reino descubrimos hoy en nuestro camino que animen nuestra esperanza?
ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?
Motivación: Hacer silencio y orar para comprender la voluntad de Dios. Escuchar su voz, intimar con Él. Que nuestras manos sean las suyas que cuidan al enfermo; que nuestro corazón sea el suyo que ame al enemigo; que nuestra voz sea su Palabra encarnada que anuncia vida, salvación, esperanza, paz… a todos sus hijos e hijas.
- Luego de un tiempo de oración personal, compartimos en grupos nuestra oración (o todos juntos)
- En la mano de cartulina escribir qué es lo que hoy podemos hacer ante esas situaciones de enfermedad y dolor.
- Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 146).
CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?
Motivación: San Vicente anima a las hijas de la Caridad a valorar su vocación tan especial:
En efecto, no sería hacer lo bastante por Dios y por el prójimo darles alimento y remedio a los pobres enfermos, si no se les ayudase según los designios de Dios en el servicio espiritual que les debemos. Cuando sirvan a los pobres de esta forma, serán verdaderas Hijas de la Caridad, esto es, hijas de Dios, e imitarán a Jesucristo; porque, hermanas mías, ¿cómo servía él a los pobres? Les servía corporal y espiritualmente, iba de una parte para otra, curaba a los enfermos, y les daba el dinero que tenía, y los instruía en su salvación. ¡Qué felicidad, hijas mías, que Dios les haya escogido para continuar el ejercicio de su Hijo en la tierra! (IX,73)
De la misma manera, a los misioneros les recuerda que Jesús evangelizó de palabra y de obra: “…de modo que, si hay algunos entre nosotros que crean que están en la Misión para evangelizar a los pobres y no para cuidarlos, para remediar sus necesidades espirituales y no las temporales, les diré que tenemos que asistirles y hacer que les asistan de todas las maneras, nosotros y los demás. Hacer esto es evangelizar de palabra y de obra; es lo más perfecto; y es lo que nuestro Señor practicó y tienen que practicar los que lo representan en la tierra” (XI, 393)
- Dialogar en nuestras comunidades, grupos, familia, sobre las enfermedades que hoy existen en nuestros ambientes y qué podemos hacer para remediarlas.
Oración final
Te alabamos, Padre,
porque Jesús pasó haciendo el bien
y curando a los oprimidos por la enfermedad.
Él cargó con nuestras dolencias, sanándonos con su dolor.
Y con sus milagros en favor de los pobres y enfermos inauguró la esperada salvación del reino de Dios para el hombre que tú amas con ternura de Padre.
Concédenos, Padre, imitar la madurez de su diálogo contigo, la profundidad de su oración
y la generosidad de su entrega.
Amén.