LECTIO DIVINA – DOMINGO 11º  TO –Ciclo B

ES LA MÁS PEQUEÑA DE TODAS LAS SEMILLAS…

LA PALABRA HOY: Ezequiel 17,22-24; Salmo 91; 2 Corintios 5,6-10; Marcos 4,26-34
Ambientación: Al centro, una bandeja con semillas; plantas. Frase: El Reino se parece a una semilla…
Cantos sugeridos: Sois la semilla

AMBIENTACIÓN:
Predicar el Reino de Dios fue la ocupación principal de Jesús durante su ministerio público, su preocupación más constante. El reino de Dios, va desarrollándose lenta y trabajosamente en la historia humana, pero acabará imponiéndose con toda su fuerza y esplendor.

Oración inicial
Tuyo, Señor, es el Reino
y el poder y la gloria…
Tu misericordia ha querido asociarnos a tu obra
como humildes colaboradores tan sólo,
de lo que es tu misterio y la maravilla de tus manos.
Oh Padre que guías la historia de tu reino:
concédenos la esperanza en tus cuidados;
la humildad en la entrega a tu Reino;
la constante vigilancia del amor por tu obra…
De manera que nuestra ansia sea paciente,
nuestro compromiso constante,
nuestro cuidado lleno de fe,
y podamos difundir el deseo de conocerte
y adorarte a Ti,
que haces de la pequeña semilla un árbol grande,
y de tu Iglesia peregrina del tiempo
el inicio del Reino eterno. AMÉN.

LECTIO ¿Qué dice el texto? Marcos 4,26-34

Motivación: Jesús propone dos parábolas para hablar del Reino de Dios. La semilla depositada en tierra tiene vigor para crecer; a pesar de las dificultades del entorno, Dios mismo está actuando y su acción es invencible. Escuchemos: 

En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente:
“El reino de Dios se parece a un hombre que echa semilla en la tierra.
Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo; sin que él sepa cómo. La tierra da el fruto por sí misma: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la cosecha”.
Dijo también:
– “¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Es como un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que las aves del cielo pueden cobijarse y anidar en ella”.
Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado. 

Preguntas para la lectura:

  • ¿A qué compara Jesús el Reino de Dios en las dos breves parábolas que acabamos de leer?
  • ¿Qué actitudes fundamentales subraya cada una de ellas?
  • ¿Qué mensaje sobre el Reino encierran estas parábolas?

MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?

Motivación: Las parábolas encierran “el misterio del Reino”, puesto que nos revelan el modo de ser de Dios y su manera de actuar en nuestra realidad. Por eso no podemos quedar indiferentes ante ellas, sino que hemos de optar por acoger o rechazar la Buena Noticia que contienen. 

  • ¿Cultivas la humildad en tu servicio al Reino de Dios?
  • ¿Sabes esperar pacientemente, sabiendo que todo depende de Dios y de su gracia?
  • ¿Crees en verdad que el Reino de Dios crece misteriosamente, pero con una fuerza imparable?
  • ¿Te sientes frustrado cuando parece que el esfuerzo personal o comunitario ha sido en vano?
  • ¿Qué semillas del Reino puedes sembrar en los ambientes en que te desenvuelves?

ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: Las parábolas pueden ser también una fuente de oración. Detrás de su apariencia sencilla e ingenua, se revela el rostro de Dios que no deja de sorprendernos. Pongámonos una vez más delante de ese misterio en actitud orante. 

  • Luego de un tiempo de oración personal, compartimos en grupos nuestra oración (o todos juntos)
  • Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 91).

CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: San Vicente en una conferencia a los misioneros sobre el Reino de Dios, afirma con seguridad:

“… buscad el reino de Dios antes que todo lo demás. Pero, padre, hay tantas cosas que hacer, tantas tareas en la casa, tantas ocupaciones en la ciudad, en el campo; trabajo por todas partes; ¿habrá que dejarlo todo para no pensar más que en Dios? No, pero hay que santificar esas ocupaciones buscando en ellas a Dios, y hacerlas más por encontrarle a él allí que por verlas hechas. Nuestro Señor quiere que ante todo busquemos su gloria, su reino, su justicia, y para eso que insistamos sobre todo en la vida interior, en la fe, la confianza, el amor, los ejercicios de religión, la oración, la confusión, las humillaciones, los trabajos y las penas, con vistas a Dios, nuestro señor soberano; que le presentemos continuas oblaciones de servicio y de anhelos por ganar reinos para su bondad, gracias para su Iglesia y virtudes para la compañía. Si por fin nos asentamos firmemente en la búsqueda de la gloria de Dios, podemos estar seguros de que lo demás vendrá después.

Nuestro Señor nos ha prometido que atenderá a todas nuestras necesidades, sin que tengamos que preocuparnos de ellas; no obstante, hay que atender a los asuntos temporales y velar por ellos en la medida en que Dios lo desea, pero sin hacer de eso nuestra preocupación principal. Dios espera que así lo hagamos y la compañía hará bien en preocuparse de las cosas exteriores; pero si se ocupa en buscar esas cosas perecederas, descuidando las interiores y divinas, dejará de ser Misión; será un cuerpo sin alma; y este lugar será, como ha sido otras veces, un motivo de pena para las buenas personas y de abandono de Dios. (XI, 429)

  • COMPROMISO: A la luz del texto: ¿Qué conversión de la mente, del corazón y de la vida te pide el Señor?

Oración final
Dame fe como un grano de mostaza, Señor.
Para que, orando, me olvide de todo lo que me rodea y, viviendo, sepas que Tú habitas en mí.
Para que, creyendo en Ti, anime a otros a fiarse de Ti. A moverse por Ti. A no pensar sino desde Ti.
¿Me ayudarás, Señor? ¿Será mi fe como el grano de mostaza?
Dame la capacidad de esperar y soñar siempre en Ti.
Dame el don de crecer y de robustecer mi confianza en Ti.
Dame la alegría de saber que, Tú, vives en mí.
Dame la fortaleza que necesito para luchar por Ti.
Dame fe como un grano de mostaza.
Sencilla, pero obediente y nítida.
Radical, pero humilde y acogedora.
Soñadora, pero con los pies en la tierra.
Con la mente en el cielo, pero con los ojos despiertos.
Con los pies en el camino, pero con el alma hacia Ti.
¿Me ayudarás, Señor?
Dame fe, como un grano de mostaza.

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En Power Point (Sor Pilar Caycho, HC)

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