El evangelio de este domingo nos presenta al señor Jesús bajando de la montaña, acompañado del grupo de los doce a los que se le llama APÓSTOLES. El Señor Jesús los ha llamado después de pasar toda la noche en oración, los ha ido llamando de uno en uno del grupo de los DISCÍPULOS. Ahora al bajar de la montaña, acompañado de los APÓSTOLES, encuentra en el llano a un gran número de discípulos y un gran gentío venido de los pueblos de alrededor. Es gente que ha venido con la intención de escucharlo, pero también han venido con la intención de recuperar la salud y otros ser liberados de espíritus inmundos. Todos intentan tocarle el manto “porque salía de Él una fuerza que sanaba a todos”. Aquí el evangelista Lucas está expresando la misma idea que el evangelista Marcos, que si se toca, aunque sea el filo del manto del Señor se quedará sano, así también lo pensaba la mujer hemorroisa en el relato de Marcos en el capítulo 5.
En todo caso en este primer momento el evangelista, diferencia a tres grupos entre los seguidores del Señor Jesús: el grupo de los doce llamados APÓSTOLES, el grupo numeroso a los que identifica como DISCÍPULOS y al grupo más numeroso aún a los que identifica como GENTÍO en este caso o MUCHEDUMBRE en otros. Es importante tener presente esta diferenciación porque algunas veces el Señor Jesús dirigirá sus enseñanzas a alguno de los tres grupos y en otras ocasiones lo hará a todos en común.
Estando todo este grupo grande de gente delante del Señor Jesús, Él dirigiendo su mirada al grupo de los DISCÍPULOS se pone a enseñarles y a quienes les anuncia un cambio muy significativo en sus vidas si es que se mantienen firmes en el Señor, pero a la vez les hace saber que se lamentaran si es que se sienten satisfechos con lo que tienen o lo que son. La medida es el trato que reciban: trato de verdaderos profetas o de falsos profetas.
Aunque las realidades a las que alude tienen que ver con nuestra realidad del día a día: la pobreza, el hambre, el sufrimiento, el odio, la exclusión, los insultos, el desprecio, nos recuerda cual es nuestro destino, cual la meta que debemos alcanzar. No somos sino peregrinos en este mundo que marchamos a la patria celestial y por lo tanto todo lo que hagamos debe estar enfocado para alcanzar esta meta.
Mejor ser y actuar como un profeta, como un hombre de Dios que escucha la Palabra de Dios y a la luz de ella verifica su propia vida y les anuncia esa palabra para que sus hermanas y hermanos también hagan lo mismo y si se descubre que la vida que se lleva no está acorde a la Palabra de Dios entonces hay que empezar a enmendarla. Lo que no se debe hacer es actuar como falso profeta, es decir que no anuncia con fidelidad la palabra de Dios que viene sobre el sino que incluso se atreve a anunciarles a sus hermanos una palabra suya para agradarles y hacerles escuchar lo que ellos quieren oír y hacerles creer que eso es lo que Dios espera de ellos. De allí que el Señor Jesús se lamenta de quienes se comportan como falsos profetas porque no solo ellos se echan a perder, sino que también echan a perder a los demás.
TENGAN TODOS USTEDES FAMILIARES Y AMISTADES UN FELIZ Y BENDECIDO DÍA DOMINGO, DÍA DEL SEÑOR. UN GRAN ABRAZO PARA CADA UNO DE USTEDES…