El tiempo de preparación para celebrar la fiesta de la Pascua se va acercando cada vez más, el tiempo de entrenamiento se nos va agotando, ojala que todos hayamos avanzado en nuestra práctica de la limosna como manera de desprendernos de los bienes terrenos y nos lleve a poner nuestro interés en los bienes del cielo y hacer visible la generosidad de Dios en favor de los necesitados, la oración como diálogo con Dios donde hayamos aprendido que no solamente nosotros somos los que debemos hablar sino y sobre todo que debemos escuchar a Dios que nos habla y nos da a conocer lo que debemos hacer, el ayuno que no se trata de solamente privarnos del alimento diario sino que a la luz de su Palabra por medio del Profeta Isaías nos hace conocer también a nosotros cual es el ayuno que le agrada, donde somos invitados a abrir las prisiones injustas, hacer saltar los cerrojos de los cepos, dejar libres a los oprimidos, este es el ayuno que quiere el Señor que tiene que ver con la práctica de la justicia, además el espera que partamos nuestro pan con el hambriento, hospedar a los pobres sin techo, vestir al que va desnudo y no dejar de socorrer a tus semejantes; ayuno que tiene que ver con la práctica de nuestra solidaridad con los necesitados.  

Espero que hayamos hecho una buena temporada de preparación y de esta manera salgamos gozosos a celebrar esta fiesta de la Pascua con el vestido limpio de toda mancha de pecado y con el ánimo alegre de haber hecho aquello que le agrada a Dios, y habernos reconciliado con Él porque fuimos capaces de reconocer nuestras faltas y pecados y hemos empezado a corregirnos de ellos y porque reconociendo nuestros pecados, esto nos llevó a pedirle perdón. 

Comentando la Palabra de Dios que fue proclamada en medio de nosotros notamos nuevamente que la primera lectura de este domingo nos va ayudando a conocer o recordar quien es el Dios en el que hemos creído.                      

Es el Dios que actúa siempre de manera diferente. Que hace las cosas nuevas. Y qué para darnos cuenta de este actuar de Dios, también nosotros, somos invitados a través del profeta a no recordar lo de antaño a no esperar que Dios actúe como en tiempos antiguos; pero eso sí, que debemos dejarnos sorprender por su actuar, por el actuar de Dios, que siempre será diferente pero que ese actuar es en favor de nosotros.   

Por eso nuestra confianza en Dios debe mantenerse firme. 

En la segunda lectura el apóstol nos propone perder para ganar. Perder todo lo que vamos atesorando en la vida con tal de ganar a Cristo y estar unidos a Él. ¿Es fácil esta práctica? No. Por eso hay que seguir esforzándonos sabiéndonos enriquecidos con la gracia de Dios que nos ayuda para alcanzar la meta. 

El evangelio nos trae la historia de la mujer descubierta en adulterio y nos deja conocer la delicadeza de trato que tiene el Señor con el pecador, a quien busca proteger de sus acusadores; que frente al Señor también se descubren pecadores, por eso es que no se atrevieron a tirar la primera piedra.  

Siendo que para el Señor todos somos valiosos empieza un dialogo con la acusada: ¿Mujer dónde están los que te acusaban? pregunta el maestro, y responde la mujer: se han ido Señor. Yo tampoco te condeno, vete en paz y no peques más. Y así de esta manera el Señor libera a la acusada de su culpa y le hace conocer lo que debe hacer a partir de este momento para adelante, una lástima que los acusadores, que se reconocieron pecadores delante del Señor no se hayan quedado pues seguramente también a ellos les habría dicho lo mismo que a la acusada y todos se habrían marchado perdonados y sabiendo lo que debían hacer. También para ellos hubiera sido fiesta de Perdón. 

Lo que busca el Señor es salvar al pecador lo cual no le impide hacerle saber que no está bien pecar. 

Ojalá también nosotros seamos capaces de quedarnos a los pies del Señor y podamos escuchar su palabra alentadora: yo tampoco te condeno, vete en paz… y su recomendación: no peques más. 

Roguemos al señor para que, también nosotros, seamos capaces de actuar según su ejemplo en favor de los hermanos y hermanas, para que seamos lentos en condenar y rápidos en perdonar.  

GRACIAS SEÑOR POR TU GRAN AMOR Y MISERICORDIA PARA CON NOSOTROS.  

GRACIAS POR TU GRACIA Y TU PERDÓN. 

NOS BENDIGA SIEMPRE NUESTRO BUEN PADRE DIOS A TODOS NOSOTROS HERMANOS Y HERMANAS. 

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