Este domingo cuarto de Cuaresma la palabra de Dios nos viene a recordar a los creyentes que es Dios quien elige al que quiere. 

El relato de la primera lectura nos da a conocer la elección de una persona en particular, para una misión específica: elige al joven David para que en su nombre conduzca al pueblo de Israel, lo elige para que sea el nuevo rey de Israel, y para que pueda cumplir esta misión Dios lo capacita enviándole su santo espíritu. 

Que el relato de la elección de David nos recuerde a todos que Dios nos eligió a todos nosotros para hacernos depositarios de su amor misericordioso y que, en su Hijo muy amado, nos ha elegido a todos para que gocemos de la salvación que Él nos da, y también a todos nos capacita para amarlo porque nos ha dado a conocer primero su amor por todos nosotros. 

Será que por eso el Apóstol escribiendo a los creyentes de Éfeso les pide que caminen como hijos de la luz y este caminar está enmarcado por la práctica de la BONDAD, JUSTICIA Y VERDAD. El creyente no puede hacerlo de otra manera, pues está invitado a practicar lo que ve hacer a su Padre Bueno en favor de todos. 

El evangelio nos presenta el pasaje que llamamos EL CIEGO DE NACIMIENTO, porque el pasaje relata el encuentro del Señor Jesús con un hombre ciego de nacimiento. 

El relato tiene diferentes niveles y cada uno va enmarcando diferentes problemáticas de la comunidad.  

El primer nivel es el actuar del señor que a través de signos se va mostrando como el mesías, aquel que debía venir y que su actuar estaba señalado por los profetas, actuar en favor de los más necesitados, de los pobres, de los desvalidos y el ciego lo es.  

El segundo nivel es la dificultad de la gente para saber reconocer el actuar de Dios en favor de su pueblo, actuar que se realiza mediante estas señales realizadas por Jesús, el enviado del Padre. 

Un tercer nivel nos hace notar la reacción de las autoridades religiosas, en este caso representada por los fariseos, quienes después de un interrogatorio terminan expulsando de la comunidad a quienes reconocen en la persona de Jesús a un enviado de Dios. La dificultad para reconocerlo que tienen los fariseos se centra en el problema que no respeta el sábado. 

Un cuarto nivel se puede reconocer en el encuentro del nuevo vidente con aquel que le devolvió la capacidad de ver, lo primero que llama la atención es que el Señor Jesús lo encontró.  

Es Dios el que elige, es el quien busca al hombre para que el hombre conociéndolo tenga opción de elegir creer en aquel que lo busca y lo ama.  

Al encontrar el Señor Jesús, al que ahora puede ver le pregunta ¿Crees tú en el Hijo del Hombre? ¿Quién es Señor, para que crea en él? Responderá el que era ciego, pero ahora ve por el poder de Dios.  

La respuesta nos permite conocer el efecto del signo “lo estás VIENDO, el que te está hablando, ése es”.  

Es decir, siempre será Dios quien nos conceda el don de la fe y será tarea nuestra el aceptarla sabiendo que al aceptarla nos compromete a un cierto estilo de vida, el de su enviado que hace de la voluntad del Padre su alimento.  

Es decir, cada uno de nosotros al igual que aquel que era ciego pero que ahora VE, tenemos la posibilidad de decir “Creo, Señor”.  

SIGAMOS AVANZANDO EN NUESTRA PREPARACIÓN PARA CELEBRAR LA PASCUA DEL SEÑOR.  

SIGAMOS AVANZANDO EN NUESTRO CAMINAR EN ESTE TIEMPO DE CUARESMA.  

QUE LOS FRUTOS DE ESTA PREPARACIÓN SE MANIFIESTEN EN UNA GRAN ALEGRIA, AL EXPERIMENTAR LA ELECCIÓN QUE DIOS HACE DE NOSOTROS PARA QUE SEAMOS HIJAS E HIJOS SUYOS. QUE POR AMOR A NOSOTROS ENVIA A SU HIJO PARA SALVARNOS. 

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