Julio César Villalobos Laos

Buscar la Esperanza, no falla

Escuché una vez esta historia. Había una vez un Señor que estaba en el desierto extenuado, cansado, sin ganas de avanzar hacia adelante, y por supuesto, con sed. Se había desmayado por  unos instantes…Al despertar, divisó a lo lejos algo “raro”. No sabía qué era. ¿Será una ciudad para que me acojan?, ¿será un espejismo?, ¿será una ilusión o algo pasajero?, ¿será que vienen por mí?…empezaba a hacerse estas y otras preguntas más. Mientras se hacía estas preguntas, hacía todo el esfuerzo por acercarse a esa cosa rara. Mientras más se acercaba, podía divisar algo más concreto. De pronto las fuerzas se le fueron, y por 2da vez se desmayó por unos instantes: ¿será mi última oportunidad que la vida me da para descubrir lo que realmente necesito para vivir?… De pronto divisó que era una máquina vieja, toda sucia, llena de óxido, sin uso…era una máquina para sacar agua manualmente. Y pensó para sí: ¿“funcionará esta máquina? o ¿me doy por vencido? Se acerca a esta máquina. Al lado de ella hay una botella con una inscripción dentro. Empezó entonces a manipular la palanca de esa máquina vieja de sacar agua manualmente. Lo hacía una y otra vez, de arriba abajo. Pero se cansó y por 3ra vez se desmayó por unos segundos. Cuando se despertó hizo lo que le dijeron en su sueño: “sigue así y conseguirás lo que quieras”. Se levantó y retomó su tarea. Hizo tantos esfuerzos que hasta se intentó colgar de aquella palanca para que tenga mejor movilidad…y ¿saben?…no consiguió nada. Esta vez no se desmayó, pero sentado razonó por última vez: “¿y si hago mi mejor esfuerzo y pienso que si lo consigo?”…Insistió por 3ra vez con aquella máquina, de tanto insistir vio que salía una pequeña gota, y luego otras más…hasta que consiguió un buen chorro de agua. Pudo tomar el agua que quiso, se bañó, etc. Pero mirando aquella botella, con esa inscripción que decía: “manipula la palanca y conseguirás el agua que quieras”, tomó unas hojas de plantas viejas que había por allí y las utilizó como “lapicero”…y escribió en ese papel: “POR FAVOR CREAN LO QUE DICE EL MENSAJE”.

Si analizamos las lecturas de hoy domingo, podemos ver que estas cambian “ligeramente” de lenguaje. Como preparándonos a los acontecimientos que se avecinan: Adviento y Navidad.

La esperanza, que es Dios mismo, está puesta en la 1ra lectura como la Sabiduría (Sab.6,12-16). Esta está a nuestro alcance, y nos da seguridad: “…el que vela por ella pronto se ve libre de preocupaciones”. Dios nunca nos abandona. Él permanece fiel aunque nosotros le fallemos. Si amamos de verdad a Dios, lo podremos sentir, tocar, palpar, proclamar, lo podemos ver.

Entendemos por qué el salmista dirá: “Mi alma está sedienta de ti”, “toda mi vida te bendeciré y alzaré las manos invocándote” (Salmo 62). Por eso es que urge la necesidad de buscar a Dios y dejarse encontrar por él. El Señor de la historia, perseveró en su intento de beber agua, no se desanimó a pesar de las dificultades. Simplemente aprendió a confiar.

Dios no falla, él llega sin avisar, pero llega. El evangelio de hoy (Mt.25,1-13) nos muestra un pasaje, con una parábola muy conocida por todos: la Parábola de las 10 vírgenes. Unas prudentes y otras necias. Por un lado están las personas que quieren aceptar a Dios en su vida. Por otro lado las personas que no quieren a Dios en su vida, o las personas que quieren prescindir de Él. ¿No será que el mundo está como está porque prescinde siempre de Dios? ¿Qué hubiera pasado si aquel hombre de la historia no hubiera perseverado?, simplemente no hubiera conseguido lo que esperaba.

Buscar la Esperanza, no falla. ¿Te animas a encontrarla?

Con mi bendición.

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