Queridos hermanos estamos en el ocaso de un tiempo que el Señor nos ha permitido contemplar. Este es el tiempo propicio para mirar cómo hemos trabajado y vivido este año de gracia que el Señor nos ha regalado. El evangelio de este domingo nos invita a ubicarnos de un lado o del otro, entre la prudencia y el conformismo.
Fijémonos en las actitudes que tenemos frente a algún compromiso. Nos esforzamos por estar bien vestidos, la mejor colonia, el mejor peinado, es más, nos preparamos con mucho tiempo, con muchas horas de anticipación y no nos olvidamos de nada, siempre mirando para adelante, siempre mirando hacia nuestra meta. Entonces podríamos preguntarnos si nos hemos preparado a conciencia durante este tiempo, dónde nos ubicamos, si somos prudentes o somos necios, o simplemente hemos dejado que el tiempo decida por nosotros.
Me gustaría compartir con ustedes una reflexión mirando a estos dos grupos de mujeres: unas precavidas y otras confiadas.
El grupo de las precavidas sin duda no escatimó ningún esfuerzo para estar preparadas esperando a aquel que les invitará al banquete de fiestas. Ellas se prepararon desde un inicio, buscando mil maneras para tener todas las cosas listas. Esa es la actitud que debemos tener, preparar el corazón, el alma, la mente, para poder esperar al Señor. Hay que preparar todo nuestro ser, sin importar la hora que vaya a llegar.
Por el contrario, las otras están muy seguras de sí, no les falta nada, todo lo tienen listo, eso es lo que ellas piensan, pero no han previsto que esté novio tardará, no va a llegar cuando ellas creen. Este grupo no tuvo el suficiente aceite, es decir, no tuvieron la capacidad para acoger la invitación de estar preparadas, convertidas. Simplemente no les importó, pensaban que iban a apoyarse en alguien, que les brindaría un poco de su aceite. Lamentablemente, en esta circunstancia de la vida, a veces nos toca bailar con el propio pañuelo. Por eso debemos fijarnos dónde queremos ubicarnos, no es fácil ser una virgen prudente, pero es muy fácil ser una virgen segura, pero ya sabemos que no siempre la seguridad es un buen precedente.
Hermanos, presentado estos dos grupos, podemos ya fijarnos dónde nos estamos colocando. La prudencia, está llena de virtudes buenas, porque no solo basta con esperar con lo justo, siempre hay que tener una reserva, porque en el momento menos esperado nos será de mucha ayuda. No es tiempo de dormir, es tiempo de permanecer en una constante vigilia, es tiempo de revisar el corazón, mirarnos cómo estamos con el prójimo. Hay que tener presente con qué actitud estamos esperando al Señor, ya podemos tener todo, pero sino no nos hemos preparado a conciencia, ya es hora entonces de reaccionar. Miremos esta semana si verdaderamente estamos administrando nuestro tiempo en vistas a esperar al que pronto llegará.