Queridos amigos reciban mi cordial saludo en este Domingo “Día del Señor”, con el que despedimos el “mes morado”, “mes del Señor de los milagros”, “mes del anuncio misionero”, “mes del Santo rosario”, que nos han dado motivos suficientes para avivar nuestra fe, y volver nuestra mirada a Dios de quien nos viene el amor y su misericordia.
Ahora nos vamos preparando para despedir el año y renovar nuestro amor y esperanza en Dios que es nuestro bien, auxilio y socorro.
Las lecturas de este Domingo, son preciosas, nos hablan de lo propio de Dios y de lo que Dios espera de nosotros.
San Juan nos dice: “Dios es amor” y afirma: “amémonos los unos a los otros, porque el amor viene de Dios”(IJn.5,7ss).

La primera lectura del Éxodo (Éxodo.22,20-26), nos presenta a Dios que ama a su pueblo elegido, y espera que el pueblo practique la justicia, la caridad, que ame al prójimo, al pobre, al extranjero, a los huérfanos y viudas… Dios se revela como un Dios compasivo y que escucha la oración de los que sufren.

*El salmo17, es una respuesta de fe a Dios: “yo te amo, Señor, tú eres mi fortaleza; Señor, mi roca, mi defensa, mi libertador…”

*La carta del apóstol Pablo a los Tesalonicenses (ITs.1,5-10), nos presenta a esta comunidad que se han convertido en modelo de fe y caridad. Han acogido la Palabra de Dios con alegría, dóciles al Espíritu Santo, dan muestra de fe, y cómo dejaron los ídolos para reconocer y adorar al “Dios vivo y verdadero” y cómo han abrasado la fe en Jesucristo Hijo de Dios, fuente de salvación eterna. Un modelo de amor a Dios.

*En el evangelio de Mateo (Mt.22,34-40), Jesús responde a la pregunta de un experto en la Ley: “¿Cuál es el mandamiento principal de la Ley?.. ¿El más grande, el más importante?).
Y Jesús respondió citando textos del antiguo testamento (Dt.6,4ss; Lv.19,18),: “Amarás al Señor, tú Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con todo tu ser” Este es el mandamiento principal y primero. El segundo es semejante a él: “Amarás a tu prójimo como a ti mismo”. Estos dos mandamientos sostienen la Ley entera y los Profetas”.
Jesús superó la pregunta y amplió el significado del amor a Dios.
Es que el amor a Dios, es un amor que lo exige todo, una pertenencia a él que aleje todo intento de idolatría. Y consecuentemente este amor se expresa en el amor al prójimo. Y es lo que el apóstol Juan también lo dirá: “Queridos, si tal fue el amor de Dios, también nosotros debemos amarnos mutuamente. Nadie ha visto nunca a Dios, pero si nos amamos unos a otros, Dios permanece en nosotros, y su amor se dilata libremente entre nosotros”(IJn.5,11-12).
El amor con el que debemos amarnos es como mos amó Jesús (Jn.15,9): “este es el mandamiento mío: que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Jn.15,12).
Demos gracias a Dios porque “él nos amó primero” (IJn.5,10), y por su amor nos dio la existencia y por su amor nos dio la salvación eterna. Vivamos haciendo eco a ese amor de Dios. Pidamos la gracia de amarlo y amar al prójimo como él nos enseñó.
Los tengo en mi oración y cariño, y más en la misa de hoy.
Sigamos orando por la iglesia en este tiempo de escucha y discernimiento que nos da la asamblea sinodal, oremos por la paz en el mundo.
Oh María sin pecado concebida. Ruega por nosotros pecadores, que recurrimos a Ti.

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