Intérpretes, traductores y otros vericuetos. Intérpretes, traductores y otros vericuetos.
El evangelio del domingo anterior nos hacía ver como quedaron mal los saduceos ante la respuesta sapiencial de Jesús. No faltó mucho para que tomen cuerpo un fariseo, un real intérprete de la ley en los tiempos de Jesús, lanza otra pregunta con el fin de probarle, aunque la traducción más exacta sería “tentarle” para tener algo con el fin de acusarle de blasfemia. Los fariseos era nomikós es decir “los que interpretan la ley escrita”; parece ser que como intérpretes de estas leyes, estos, los fariseos, constantemente discutían estos temas en sus compañeros y con otros partidos. Los fariseos tenían una interpretación propia y curiosa, igual que los fariseos y probablemente los herodianos. Esta interpretación iba en relación los diez mandamientos, que eran los más importantes dentro de las 613 reglas que tenían tipificadas, 365 prohibiciones y 248 positivas. Jesús había ya interpretado poniendo de relieve la importancia la ley moral sobre la ley ritual (Mt 15,1-20) pero ahora hace un resumen de los diez mandamientos resumiendo en dos mandamientos el primer sobre el deber del hombre hacia Dios, y el segundo la relación del hombre y su deber ante sí mismo y todos los hombres. El hombre no puede amar a Dios sinceramente si no ama a su prójimo a quien Dios, así como a él, lo creó a su imagen y semejanza. Ahora bien, para los fariseos la palabra prójimo o próximo eran todos aquellos fariseos, fieles al cumplimiento de la ley, y superiores a los demás judíos. Para Jesús el prójimo, se encuentra expresado de manera magistral en el evangelio de Lucas, en la parábola del buen samaritano. Muchos se preguntarán, ¿Qué tiene que ver ello con nosotros hoy en día? Pues estamos ante una cantidad leyes, y formas y métodos que son interpretadas, muchas veces nos hacemos está pregunta, de manera implícita ante momentos y espacios que nos toca discernir sobre cuál es lo más importante. Las leyes, algunas veces represivas y otras veces de orden, han ocasionado, estos últimos años, una serie de interpretaciones burdas y acomodadizas, a ciertos intereses. Otras leyes han sido hechas a la medida de ciertos intereses y son parte de lo que un su momento expresó el Papa Benedicto XVI sobre la Relativismo Moral, en donde toco vale, todo es bueno, todo es verdadero aunque sea contrapuesto. Pienso que hoy en día, la ley del amor expresada por Jesús, y el resumen de cualquier código moral, puede ser el marco en donde cada cristiano debe de moverse, situarse y ser testimonio de verdad y justicia para todos los hombres. Hoy no solo debemos ser traductores e intérpretes de esta ley del amor, sino verdaderos testigos del amor misericordioso de Cristo. Finalmente, creo que el ejemplo de la primera lectura, sobre el ejemplo de los tesalonicenses que acogen la palabra, a pesar de las tribulaciones, nos puede seguir sirviendo de ejemplo a la hora de dar testimonio en el cualquier ámbito de la ley del amor. Que la ley del amor, en Cristo Jesús, sea nuestra mejor carta de presentación ante nuestros hermanos y el mundo entero.