Los discípulos en una  oportunidad habían escuchado decir al Señor Jesús que “Rueguen al dueño de la mies que mande obreros a su mies” ya que la mies era abundante y los obreros pocos. Y esto sucedía cuando los enviaba a la misión.

En otra oportunidad en que el Señor Jesús había estado orando, cuando terminó uno de sus discípulos se le acercó y le pidió que les enseñara a orar y como para justificar su pedido hace mención que Juan enseña a orar a sus discípulos.

Ante este pedido el señor Jesús accede y les enseña a orar a sus discípulos diciéndoles que cuando oren su oración la dirijan a Dios llamándolo PADRE a quien deben pedirle:

-santificado sea tu nombre
-venga tu reino
-danos cada día nuestro pan del mañana
-perdónanos nuestros pecados porque también nosotros perdonamos a todos los que nos debe algo
-y no nos dejes caer en la tentación.
Y como para animar a los suyos sobre la conveniencia de orar les recuerda que:
-al que pide se le dará
-el que busca encontrará
-al que llame se le abrirá

Y para darles más ánimo en la práctica de la oración les hace notar que si ellos saben dar cosas  buenas a sus hijos cuanto más su Padre celestial les dará el Espíritu Santo a los que se los pidan.

En el evangelio de este domingo se nos hace saber también a nosotros que el Señor Jesús siguió enseñando a orar a sus discípulos y en su enseñanza hay la preocupación por motivar a los suyos a orar SIEMPRE Y SIN DESANIMARSE y la enseñanza es por medio de una parábola donde nuevamente se ayuda del comportamiento humano para ayudar a visualizar el actuar de Dios. Y contrapone la tardanza del juez injusto en hacer justicia y la actitud de Dios que “hará justicia sin tardar”.

De los personajes que usa el Señor Jesús en la parábola se presenta al juez como un personaje autónomo pues siente que no tiene que darle cuenta a nadie y a la viuda como un personaje desvalido que no tiene quien la defienda pero que aun en su desvalimiento sabe recurrir a quien le puede hacer justicia frente a su adversario.

Si la oración es “una conversación entre dos, entre Dios y el hombre” y si damos validez a esta manera de decir qué es la oración, entonces convendremos que en la oración tendremos que asumir dos conductas: hablar y escuchar. Todos en la oración ponemos en práctica la primera parte ya que todos le hablamos a Dios pero sospecho que a casi todos nosotros se nos olvida la segunda parte que es escuchar a Dios, que en esta conversación también Él tiene cosas importantísimas que decirnos, pero que nosotros como sospechando que lo que Él nos va a decir nos va COMPROMETER nos vamos antes que empiece.

Me atreveré a decir que la oración es un dialogo entre dos que se aman: Dios y el hombre.

Si contemplamos el amor en la pareja humana descubrimos que estos quieren estar juntos el mayor tiempo posible. Y si la oración es un encuentro entre el amante y el amado lo que se esperaría es que quisieran pasar el mayor tiempo juntos pero más bien pareciera una relación de “choque y fuga” pues una vez que le hemos dicho a Él lo que deseábamos decir ya nos vamos yendo sin escuchar la respuesta.

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