HUMILDAD Y GRATITUD

Tanto Elías como Eliseo son reconocidos profetas, aunque muchas de sus historias revisten de un carácter legendario. Ambos, se desenvuelven en el reino del Norte, en tiempos de prosperidad, pero denuncian públicamente el descuido de los reyes por defender la fe en el Dios de Israel, permitiendo la idolatría. Ante esto, al no encontrar fidelidad en el pueblo de Israel, ambos destacan cómo los extranjeros ante la manifestación del poder de Dios creen prontamente en él. El portento en favor del general del ejército sirio es una gran enseñanza de humildad. Aquel gran militar se doblega ante el poder del Dios de Israel, debe aprender a humillarse, y en su obediencia descubre la misericordia de Dios, a quien servirá de ahora en adelante a pesar de ser de otro pueblo y vivir muy lejos de aquellas tierras donde se le devolvió la salud.

Seguimos con los consejos de la tradición paulina para los nuevos líderes de las comunidades, y esta vez escucharemos una de las profesiones de fe kerigmática más antigua que ha sido consignada por este escrito ya muy posterior. Pablo se ha convertido no solo en modelo de perseverancia en el momento de la prueba (situaciones de cárcel) sino aquel mártir que es capaz de soportarlo todo por Cristo Jesús y por la salvación de sus hermanos. Cristo es el camino a seguir, y por tanto, el discípulo fiel deberá asemejarse en todo a Él.

Una nueva sección se abre en el evangelio de Lucas, con diversas narraciones y parábolas que recogen diversas instrucciones para los seguidores de Jesús. La sanación de estos diez leprosos recoge la tradición de que Jesús sanaba a los enfermos de lepra contraviniendo determinadas normas de pureza. Todos esos leprosos recibieron el favor de Dios mientras iban de camino, pero solo uno regresó ante Jesús para dar gracias. En sintonía con la primera lectura, resulta que este leproso agradecido no era del pueblo de Israel, sino un samaritano, enemigo de los judíos. Jesús se extraña de que solo uno volviera a dar gracias a Dios, y aprovecha ante los suyos para ofrecer la enseñanza: la fuerza de la fe invita a la acción de gracias. Es verdad que en momento de enfermedad o angustia estamos motivados a orar a Dios insistentemente por la salud; pero deberíamos orar más por la confianza de saber que Dios nos acompaña. A veces nos puede sorprender, pero mucha gente que estuvo muy alejada de Dios, en estos momentos nos dan grandes ejemplos de fe y confianza en Dios, y esto incluso es resaltado por el evangelista Lucas cuando Jesús evoca el episodio de Naamán (Lc 4,27). La gratitud no solo debe sustentarse por el hecho de que sintamos que Dios nos ha favorecido, sino porque siempre está allí, tomándonos de la mano, consolándonos, y esto nos invita a que nosotros lo hagamos con nuestros hermanos. Es un poco triste decirlo, pero es lo que pasa, nos olvidamos de la humildad, y el acto de agradecimiento queda olvidado en un simple hecho pasado al que no le tomamos tan en cuenta, y realmente nos comportamos de un modo ingrato con Dios y en él con tanta gente que nos ofrece su ayuda. Ayúdanos, Señor, a ser humildes, agradecidos y a ofrecer incluso nuestros sufrimientos y dolores por la salvación de nuestros hermanos, como lo hizo el mismo Cristo, y no subestimemos a quienes pudiendo estar tan lejos de Dios, nos dan grandes lecciones de humildad y gratitud. Un motivo más para rezar por ellos.

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