Vivir de acuerdo a lo que Dios quiere

Domingo XXII del tiempo ordinario – Ciclo B

Querido Dios:

Te damos gracias porque siempre te preocupas de nosotros, nos ofreces tu Salvación cada día, a cada instante, en todo momento y en todo lugar, y gratuitamente. Pero a veces no queremos aceptar esa Salvación, porque nos gusta vivir de acuerdo a lo que nosotros queremos, y no a lo que Tú quieras.

Queremos vivir constantemente un cristianismo, sin cruz, sin exigencias, sin mandamientos; es más, a veces, Señor, los rechazamos. Perdónanos por eso, Señor. La invitación está dada. Al joven rico le dijiste que para que tenga sentido la vida, debe guardar o vivir los mandamientos (cf.Mt.19,17). Pero ayúdanos, Jesús, porque sin Ti no podemos hacer nada. Amén.

Vivir los mandamientos de la Ley de Dios, en el mundo de hoy suena a “sacado de los pelos”, o “pasado de moda”. Ante esta realidad debemos escuchar la voz de Dios que dice, a propósito de los mandamientos: “No añadan ni quiten nada a lo que Yo les mande” (Dt.4,1-2.6-8). Los mandamientos son caminos para ser felices, libres y santos cada día, no son una carga que no se puede vivir o una carga insoportable, sino lo contrario. Al cumplirlos, vivirlos, promoverlos, nuestra vida tendrá un nuevo y renovado sentido.

Cada vez es más triste ver que haya gente que Dios ya no cuenta nada para ellos, ni la Iglesia, ni ninguna celebración de corte religioso. Hay un relativismo religioso a ultranza muy grande. Pero el salmista se pregunta algo muy válido: “¿quién puede hospedarse en tu casa?” (Salmo 14). La respuesta siempre es la misma: el proceder con honradez, el practicar la justicia, el que tiene intenciones leales, etc. Haciendo esas cosas, “no fallaremos nunca”.

La palabra puesta en labios de Dios en cada mandamiento está para cumplirla: “Llévenla a la práctica y no se limiten a escucharla” (Stgo.1,17-18.21b-22.27). El peligro a evitar en la vida de fe es: que seamos cristianos conformistas, sólo de rezos o de alguna vez a misa, si es que vamos. Escuchemos al mismo Apóstol que dice: “La religión pura e intachable a los ojos de Dios Padre es esta: visitar huérfanos y viudas en sus tribulaciones y no mancharse las manos con la maldad de este mundo”. El mundo está como está porque no le hace caso a Dios.

El panorama que hoy Marcos, en su evangelio, nos plantea, es muy “deportivo” (Mc.7,1-8.14-15.21-23). Estamos en un “rincón del box” entre: Fariseos y escribas (que están en una esquina) vs los Apóstoles de Jesús (que están en otra esquina), los que “no están del lado de Dios” vs “los que sí están del lado de Dios”. Del lado de los Fariseos y escribas miramos el estricto legalismo farisaico (comer con las manos puras, lavándose las manos, etc), que lo único que hace es alejar a los demás de Dios. Del otro lado del rincón está los Apóstoles de Jesús que aprendiendo de su Maestro (que es Jesús), no adoptan la postura farisaica, sino de apertura, de servicio, de fidelidad de cada día.

Lo que a Jesús le preocupa no es lo que entre en nuestra vida, sino lo que salga de ella, por medio de nuestros labios.

¿Cuántos, con todo esto, de verdad queremos vivir conforme a lo que Dios quiere?

Te recuerdo que lo más triste es: estar sin Dios, caminar sin Dios, vivir sin Dios y morir sin Dios.

¿Estoy o no del lado de Dios?, ¿o de qué lado estoy actualmente?, ¿vivo conforme a lo que Dios quiere?, ¿qué estoy haciendo para agradar a Dios cada día? Estamos llamados todos a vivir de acuerdo a lo que Dios quiere, a vivir según Dios y no lo contrario.

Con mi bendición

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