Queridos amigos reciban mi cordial saludo. Dios los bendiga abundantemente.
Ya estamos en el segundo domingo de cuaresma, camino hacia la Pascua.
El camino penitencial para reconocer aquello que necesitamos para volver al Señor, y para aprovechar este tiempo de gracia.
En la primera lectura (Gn.22,1-18) se resalta la actitud obediente de Abraham y su confianza a la promesa de Dios.
Dios bendijo a Abraham “porque no se ha reservado a su único hijo”.
Esto será un preludio de la pasión de Cristo, “cordero de Dios que quita el pecado del mundo”.
El salmo 115, en su antífona “Caminaré en presencia del Señor” expresa la confianza en Dios. La promesa de Dios sigue en pie a pesar de la debilidad humana.
La lectura de la carta de San Pablo a los Romanos (Rm. 8,31-34), da testimonio del Amor misericordioso de Dios manifestado en Cristo, muerto y resucitado, que intercede por nosotros.
Es el misterio del amor redentor, gratuito, porque “Dios es el que salva”, ¿quien acusará?”
El evangelio de Marcos (Mc.9,2-10), es extraordinario!!
Jesús, previamente había anunciado a sus discípulos que debía padecer, ser crucificado y resucitado.
Los discípulos quedaron desconcertados, no entendían la profundidad de estas palabras. Lo entenderán después. En medio de esta situación, Jesús lleva aparte a Pedro, Santiago y Juan, suben a lo alto de una montaña y se “transfiguró” delante de ellos, a lado de Moisés y Elías. Y se escucho en medio de la nube, la voz que dijo: “Este es mi hijo amado, escúchenlo”.
Esto un relato de la manifestación de Dios, que Cristo es el Mesías, “Hijo de Dios”.
El relato nos introduce en resumen con la historia de salvación del pueblo elegido.
En tiempos pasados Dios guió a su pueblo a través de la Ley, dada por Moisés, y a través de los Profetas. Ahora en la persona de Cristo, Palabra de Dios encarnada, es el único medio para ESCUCHAR y obedecer la Palabra de Dios en Cristo.
Pidamos al Señor nos aumente la fe para no desfallecer en el camino de la historia y obedeciendo su voluntad, y abrirnos a la esperanza.
Dios nos lleva para estar con él (cima de la montaña) y nos acompaña en el descenso para dar testimonio de Cristo a los demás.
El domingo pasado leímos los pasajes de la tentación, hoy en la transfiguración contemplamos la presencia de Dios glorioso y resucitado que fortalece la fe en los tiempos difíciles.
Sigamos orando unos por otros.
Los tengo presentes en la misa de hoy.
Oh María sin pecado concebida.
Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.

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