Queridos amigos reciban mi cordial saludo en este “Domingo día del Señor”.
Ya estamos en el mes patrio y es motivo para orar por nuestras autoridades para que abran sus mentes y corazón hacia el bien de Dios en la práctica de la rectitud de la justicia, y la paz que merecemos todos.
Las lecturas de la Palabra de Dios, son una fuente de fortaleza y esperanza en medio de las adversidades del camino que hacemos.
Es Dios mismo que nos sale al paso, nos consuela, nos orienta, y nos regala su amor, dándonos un lugar en su corazón.
En la primera lectura de la profecía de Zacarías (Zac.9,9-10), es un hermoso himno a la confianza de la intervención de Dios (esta lectura se lee en el domingo de ramos). Ante el desánimo que vive la población, el profeta anunció el motivo de la alegría, que viene el Mesías, con la santidad y humildad de un Dios que no usa los caballos para el dominio sino usa un burrito para ingresar. Es el Señor que llega trayendo la paz.
El salmo 144 es un cántico a la misericordia de Dios: “El Señor es clemente y misericordioso, lento a cólera y rico en piedad, …El Señor sostiene al que se va caer”
En la carta de San Pablo (Rm.8-13) se nos recuerda que estamos en la “carne” (en el espíritu mundano) si no tenemos el espíritu de Dios.
Por la gracia del Espíritu estamos llamados a tener una vida dichosa bajo la inspiración de Cristo, y no quedarnos en la motivación “mundana”. Se trata de reconocer que el Espíritu de Dios habita en nosotros y por eso hemos de vivir con ese Espíritu de Dios, para no dejarnos caer con ese espíritu del mal. Qué bueno recordar que la vida se define en nuestro propio corazón y hemos de procurar cada día la oración “libramos del mal”.
En el evangelio de Mateo (Mt 11,25-30) encontramos una oración de acción de Gracias a Dios (EUCARISTÍA) que revela el amor de Dios a favor de la gente sencilla y no a los que aparentan la sabiduría (Escribas, Fariseos).
Jesús revela el misterio de su ser hijo de Dios por el amor que los une (“conocimiento”).
Así el que ama al Hijo, ama al Padre.
Cristo, nos llama a confiar en él y a poner nuestra vida en él. En el Señor se encuentra la fortaleza de Dios y su paz. Él nos dice: “vengan a mí todos los que están cansados y agobiados, y yo los aliviaré…encontrarán descanso”.
Tengamos fe en el Señor para encontrar en él la fortaleza y el descanso para el camino de la vida.
Sigamos orando juntos. Oh María sin pecado concebida. Ruega por nosotros que recurrimos a Ti.
Bendiciones

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