A este domingo corresponde la liturgia de la IV semana del tiempo ordinario.
El evangelio de este domingo tomado del evangelio según San Lucas, continúa el relato del domingo pasado donde el Señor Jesús afirmándose en un texto del profeta Isaías se daba a conocer como EL MESÍAS y el relato del evangelio de este domingo nos presenta al señor Jesús afirmando “Hoy se cumple esta Escritura que acaban de oír”.
Ante esta afirmación hecha por el Señor Jesús “todos los presentes expresaban su aprobación y se admiraban de sus palabras de gracia que salían de su boca”. Hasta aquí parece que todo va bien, que hay aceptación de parte de la gente que le escucha y le reconoce como el MESÍAS.
La admiración de los presentes les lleva a comentar “¿no es éste el hijo de José? Que en el contexto del relato vendría a ser expresión de esa admiración que sentían por aquel que estaba delante de ellos en la sinagoga y que sin embargo hace reaccionar al Señor Jesús a la defensiva, cuando les dijo: “Sin duda me recitarán aquel refrán: “Médico, cúrate a ti mismo”; haz también aquí en tu tierra lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm”, con lo que señala una realidad de la actualidad donde la exigencia de señales o prodigios para creer en el enviado de Dios sigue vigente.
También afirma el Señor delante de ellos: “les aseguro que ningún profeta es bien recibido en su tierra…” y para afirmar esto les recuerda dos relatos de la Palabra de Dios “el relato del profeta Elías y la viuda de Serepta”; y el relato de “Naamán, el sirio y el profeta Eliseo” para enfatizar que los paganos tienen más fe que ellos y que por eso el Señor realiza sus milagros en favor de “los perros extranjeros” como se referían los judíos de los habitantes de los otros pueblos que no formaban parte del Pueblo de Dios y que en las escrituras aparecen con la denominación de paganos. Con estos dos relatos se resalta que tanto la viuda de Serepta, como Naamán, el sirio, aunque en un primer momento se resisten a hacer lo que el Señor les manda, luego terminan haciendo lo mandado y con lo cual reciben el favor de Dios.
En otras palabras, el Señor Jesús les está encarando a los judíos, que los paganos tienen más fe que ellos.
Por cierto, toda esta provocación desencadena una reacción violenta en sus oyentes quienes “se pusieron furiosos y levantándose lo sacaron fuera del pueblo” “con intención de despeñarlo” de esta manera ya desde el inicio queda establecida una actitud de oposición de parte de los judíos frente al Señor Jesús, quien a pesar de este enfrentamiento seguirá adelante con su misión de “anunciar el evangelio a los pobres, para anunciar a los cautivos la libertad, y a los ciegos, la vista. Para dar libertad a los oprimidos; para anunciar el año de gracia del Señor”.
De ahí que el texto del evangelio de este domingo culmina haciéndonos saber que “…Jesús pasando en medio de ellos, continuó su camino” y por lo tanto su misión.
A la luz de este evangelio nosotros podemos aprender en primer lugar a reconocer a aquél que nos habla también a nosotros este domingo, como el Mesías de Dios, aquel que ha sido enviado para salvarnos. Lo segundo que podemos hacer es aceptar que el señor Jesús nos haga notar nuestra falta de fe, aquella fe que nos lleva a hacer lo que Dios quiere, para que reconociendo empecemos a pedirle “Señor aumenta nuestra fe” y como tercer aprendizaje tengamos una actitud de agradecimiento ante el Señor Jesús cuando nos hace notar aquello que necesitamos corregir en nosotros para ser mejores hijas e hijos de Dios, es decir obedientes ante la voluntad de nuestro buen Padre Dios.