Este domingo el evangelio nos presenta al Señor Jesús conversando con los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo a quienes les cuenta una historia sobre dos hijos y su comportamiento inicial y final frente a un pedido que les hace su padre, para terminar por preguntarles ¿Cuál de los dos hijos hizo lo que pedía el padre?
Por la respuesta que le dan los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo al Señor Jesús, se puede notar que la capacidad de distinguir y reconocer el comportamiento humano, es correcto, acertado, bueno en estas personas, y por lo tanto están capacitados para poder actuar en consecuencia.
Pero por lo que sigue después en el relato del evangelio nos damos cuenta que estos personajes no actúan en consecuencia en sus propias vidas. Son capaces de juzgar la vida de los demás, pero no son capaces de juzgar su propio comportamiento delante de Dios.
A partir de ahí busca el señor Jesús hacer recapacitar a los sumos sacerdotes y ancianos del pueblo haciéndoles notar que las prostitutas y publicanos entraran antes al reino de Dios porque escucharon la enseñanza de Juan el Bautista sobre los caminos de la salvación y le creyeron y se arrepintieron del estilo de vida que llevaban y cambiaron de conducta de tal manera que se encaminaron al reino de Dios.
Para hacerles recapacitar también el Señor Jesús les hace notar que ellos, sumos sacerdotes y ancianos del pueblo, aunque escucharon las enseñanzas de Juan no fueron capaces de arrepentirse ni creyeron en él.
Y sucedía esto porque se habían olvidado de la Palabra de Dios que por medio del profeta Ezequiel les había enseñado que si el malvado se convierte de la maldad que hizo y practica el derecho y la justicia salva su vida.
Al igual que en aquel entonces también nosotros corremos el peligro, en el que se encontraban los sumos sacerdotes y los ancianos del pueblo, de creernos buenos y entonces, si somos buenos no tenemos nada de qué arrepentirnos y si no hay de que arrepentirnos tampoco hay necesidad de convertirnos y de esta manera terminamos desconociendo la palabra de Dios que nos invita siempre a reconocer la misericordia de Dios para con el pecador de quien busca su conversión y salvación.
Para no olvidar las enseñanzas de los domingos pasados será bueno recordar que todos tenemos necesidad de ser corregidos y perdonados, ya que todos somos pecadores y quien piense que no lo es, sé engaña.