El evangelio que se proclama en este domingo sexto de Pascua nos presenta al Señor Jesús hablándole a sus discípulos y en este diálogo el Señor Jesús les quiere enseñar a sus discípulos como poder verificar la veracidad del amor que dicen tener por Él.
Por eso les empieza diciendo “Sí ustedes me aman, guardaran mis mandamientos, esta enseñanza también es válida para nosotros, ya que como nos recordaba el documento de Aparecida “los bautizados, por el sacramento recibido, todos somos discípulos misioneros” y para verificar también nosotros si nuestro amor por el Señor es verdadero y no nos estamos auto-engañando, entonces revisamos nuestra vida a la luz de su enseñanza y entonces cada uno en diálogo interior con nosotros mismos nos preguntamos ¿estoy guardando los mandamientos del señor? Siquiera recuerdo que el mandamiento que Él nos dio fue “Éste es mi mandamiento: Que se amen unos a otros como Yo los he amado” y como para recordarnos como nos ha amado Él dice “Nadie tiene amor más grande que el que da la vida por sus amigos”.
Esta vida nuestra de creyentes queridas hermanas y hermanos debe estar signada o marcada por el amor al prójimo como expresión de nuestro amor por el Señor Jesús. Porque como lo hemos escuchado decir, nuestro amor se expresa guardando sus mandamientos y el mandamiento que el nos ha dado es que nos amemos unos a otros.
Como la memoria del hombre es frágil y selectiva, el Señor Jesús promete pedirle al Padre que nos de otro defensor, uno que nos ayude a vivir en la verdad, en la verdad de sus mandamientos y no en nuestros acomodos.
El discípulo debe buscar en todo momento expresar su amor al Señor haciendo su voluntad. Sabiendo que la voluntad de Dios es que sus hijos e hijas hagan el bien y eviten hacer el mal, y que uno de los caminos para lograrlo, es guardando sus mandamientos que nos guían a realizar el bien delante de Dios y en favor de los demás y uno mismo.
Vuelve el señor Jesús a ratificar su enseñanza al decir “El que acepta mis mandamientos y los guarda, ese me ama; al que me ama lo amará mi Padre, y yo también lo amaré…”
Es decir que al guardar los mandamientos del señor no solamente estamos expresando nuestro amor por Él, sino que también nos estamos asegurando el amor del Padre y del Señor Jesús.
COMO OYE DECIR POR AHÍ: “AMOR CON AMOR SE PAGA”. ESFORCEMONOS HERMANOS Y HERMANAS A SER BUENOS PAGADORES DELANTE DE DIOS NUESTRO PADRE Y SU HIJO JESUCRISTO MOVIDOS POR EL ESPÍRITU SANTO.