En el Evangelio que se nos proclama en la celebración de la misa dominical y que está tomado del Evangelio según San Lucas, se nos presenta a los discípulos pidiéndole al Señor Jesús: “Señor auméntanos la fe” a lo que el Señor les responde “si tuvieran fe…”, por las palabras que pronuncia el Señor Jesús parece que cuestiona el Señor Jesús la fe de los discípulos, ya que da a entender que los discípulos no tienen fe o mejor no terminan de comprender como es que la fe crece.
En la Biblia, en el A.T.: Abraham, al que se le llama el padre de los creyentes, recibe este título porque recibe el don de la fe, Dios le habla y al hablarle le pide que haga algo y Abraham después de entender bien lo que Dios le está pidiendo, se pone a hacer justamente eso que el Señor le pidió.
En el N.T. a la que llamamos madre de los creyentes, la primera discípula, la Virgen María, cuando leemos lo que de ella se dice, encontramos que es la que escucha con atención lo que Dios le manda a decir, a través del Arcángel San Gabriel, y después de comprender lo que Dios le está proponiendo ella acepta hacer lo que Dios le pide. (La fe como don de Dios y respuesta del que ha creído en Él).
Aquí es bueno recordar que la fe tiene como dos momentos.
El primero momento la fe como don o regalo gratuito de parte de Dios para que el hombre lo conozca y crea en Él. Y este regalo Dios lo hace en favor de todos los hombres y mujeres.
Un segundo momento es el que corresponde al beneficiario de este don hecho por Dios: el hombre y mujer creyente que habiendo recibido y aceptado el don de la fe, empiezan a hacer lo que Dios les manda o pide.
Y en la medida en que más se realiza la voluntad de Dios va creciendo la fe en el creyente.
De ahí que el Señor les cuenta la historia del criado que al regresar a casa no es “servido” por el amo, sino que, todavía debe seguir sirviendo a su amo y cuando termine de hacer lo que el amo le mande, recién el criado podrá hacer lo suyo. Si asumimos que el “criado” es el creyente y el amo es el Señor, entonces queda claro que si el creyente tiene fe entonces pasará su vida sirviendo a su señor y en esta tarea termina aprendiendo a hacer siempre la voluntad de Dios.
Por eso el relato termina presentándonos al Señor Jesús enseñándoles a los discípulos a decir, después de haber hecho todo lo mandado por el “Amo”, “somos siervos inútiles, hemos hecho lo que debíamos que hacer”.
Hermanos y hermanas ahora que el Señor nos ayuda a comprender que nuestra fe en Él crecerá, aumentará, en la medida que hagamos lo que Él nos manda o pide (los mandamientos, ámense unos a otros como yo los he amado, lo que hacen en favor de los más pequeños a mí me lo hacen…) esforcémonos por lograr superar la idea de que la fe se nos va dando como de a pocos.
Recordemos la fe se nos dio de una vez para siempre, depende de nosotros si la hacemos crecer, haciendo lo que Dios nos pide o simplemente la “encapsulamos” en nosotros para poder decir que tenemos fe, pero en nada nos beneficia o nos ayuda a cambiar.
Que al inicio del mes de octubre, dedicado a meditar y profundizar la misión de la Iglesia, nos ayude durante este mes a orar, ofrecer sacrificios, hacer ofrendas económicas y pedir al dueño de la mies que envíe misioneros para hacer la siembra y la cosecha de su mies.
Que el Señor de los Milagros nos acompañe en este mes dedicado a su veneración…