DIOS CAMBIA TU DESTINO
La experiencia del exilio fue determinante para la configuración de la identidad judía. En el contexto de la deportación, y la vuelta de la misma, se interpreta la historia desde criterios netamente religiosos y buscan afianzar su identidad como pueblo elegido recogiendo sus diversas tradiciones de antaño. Así, comparan no solo su experiencia de liberación de Babilonia con el éxodo de Egipto sino también remitiéndose hasta el propio acto creador de Dios que ordena y pone en armonía todo para el ser humano. El profeta Isaías evoca el paso del Mar y la catástrofe de los carros y soldados egipcios, pero considera ya no sustentarse más en aquel pasado glorioso sino invita disponerse a un futuro promisorio cuando Dios va actuar aun más portentosamente: algo nuevo que está brotando. Dios deja latente la esperanza de un acto revelatorio de su plan salvífico que supera todo lo anterior; si creó un desierto, pues ahora pone un camino en él; si forjó los llanos es capaz de inundarlo de ríos; si trajo al mundo a animales impuros, pues estos ahora alabarán a Dios; Dios tiene preparado algo extraordinario.
En el caso de la segunda lectura, sabemos que Pablo escribe a los filipenses desde la cárcel, una situación que perjudicó mucho su honor, pero desde su perspectiva, el no considera esto como algo tan importante comparado con la ganancia obtenida por su fe en Cristo Jesús. Pablo entiende que deberá vivir la misma pasión y muerte para alcanzar la resurrección como Jesús, pero incluso es capaz de aceptar que, aunque Jesús ya ganó la carrera por él, Pablo no debe renunciar a correr hasta la meta. Su vida le pertenece a Cristo, por lo que no piensa más que en lo que le queda delante, pues su pasado prácticamente para él no cuenta, incluso su propia experiencia de cárcel lo considera basura con tal de afianzarse en el conocimiento de Cristo Jesús.
El evangelio que escucharemos, aunque está tomado del cuarto evangelio, es muy probable que haya formado parte de algún manuscrito del tercer evangelio, y terminó ocupando un espacio en el evangelio de Juan. Un nuevo desafío se le presenta a Jesús por parte de los escribas y fariseos quienes se dan el trabajo de traer a una mujer sorprendida en adulterio para exigirle que opine sobre lo que ordena la Ley de Moisés. Si ya está determinado qué hacer, ¿por qué pedirle que intervenga? Esta claramente definida la mala intención, y ante ello Jesús no decide opinar. Ante la insistencia, Jesús deja por un instante que la atención pase de la mujer a los presentes y pone en evidencia su rectitud. No hay respuesta alguna, solo una dispersión comunitaria que deja solos a Jesús y a la mujer. Ya no hay más ojos acusadores, ahora es tiempo de revisar lo que realmente ha hecho esa mujer y ayudarla a que cambie de actitud. No hay condena que dar, sino una oportunidad para cambiar alejada del pecado. Cuando alguien es capaz de interiorizar el perdón, sabe que asume una gran responsabilidad sobre sí y esto genera un gozo extraordinario que no tiene límites. Saberse perdonado, saberse apreciado, saberse liberado, abre la esperanza de que es posible cambiar y dejar de lado una vida disoluta y desordenada. Como reza el salmo: “cambió la suerte de Sión y nos parecía soñar”, experimenta el perdón de Dios en el hoy de tu historia, pues nuestro Padre Bueno no quiere la condena del pecador. La sabiduría de Jesús ayuda a revertir el odio en perdón, lo negativo de juzgar al otro en el ofrecimiento de una nueva oportunidad, hasta proclamar como Pablo que realmente todo lo estimo basura con tal de ganar a Cristo. ¿Quieres que el Señor cambie tu suerte? Pues, algo nuevo está brotando, el tiempo de la salvación se aproxima ¿no lo notas?