Celebramos esta semana la fiesta solemne de la Santísima Trinidad como corolario de la revelación de Dios en favor nuestro.
Primero se da a conocer como Padre creador de todo lo que existe y luego como aquel que quiere salvar al hombre de la esclavitud del pecado y de la muerte enviándonos a su Unigénito como Salvador, así lo manifiesta el ángel cuando aquella noche en las montañas de Belén dirigiéndoles su palabra de parte de Dios a los pastores les anunciaba aquella buena noticia alegría para el pueblo y luz para las naciones “en la ciudad de David les ha nacido UN SALVADOR, EL MESÍAS, EL SEÑOR…”
Este Hijo, nuestro Señor Jesucristo haciéndose obediente al Padre, para que su plan de salvación alcance a todos, Él se ofreció, como víctima propiciatoria y con su pasión, muerte y resurrección nos trajo a todos PERDÓN, SALVACIÓN Y VIDA ETERNA desde Dios Padre.
Cumplida su misión en la tierra Nuestro Señor Jesucristo vuelve al lado de Nuestro Buen Padre Dios para enviarnos desde Él, a aquel que será nuestro nuevo defensor, nuestro Paráclito.
El Espíritu Santo, el Espíritu de la verdad que nos ayudará a comprender aquellas palabras que el Hijo nos comunica de parte del Padre, ese mismo Espíritu nos hablará y nos comunicará lo que está por venir, la manera de realizar la misión encomendada a la comunidad de creyentes, de ser testigos del Señor Jesús entre los pueblos, esa promesa es cumplida en ocasión de la fiesta judía de PENTECOSTÉS, en que los seguidores del Señor Jesús que se encontraban en aquella habitación recibieron la FUERZA QUE VIENE DE LO ALTO en forma de lenguas de fuego que se fueron posando en la cabeza de cada uno de los presentes, con lo que todos quedaron capacitados para anunciar el evangelio de la salvación a todos los pueblos enseñándoles a guardar todo lo que Él les había enseñado y bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
Por lo que se lee al final de este pasaje del evangelio que se proclama este domingo fiesta solemne de la SANTÍSIMA TRINIDAD, podemos deducir que el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, las tres Persona de la Santísima Trinidad comparten todo ya que siendo tres personas distintas son un solo Dios verdadero. Por lo que el Señor Jesús les dice a sus discípulos “Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les he dicho que tomará de lo mío y se lo anunciará a ustedes”.