En el Domingo XII del tiempo ordinario, este año coincide la celebración de la solemnidad de la NATIVIDAD DE SAN JUAN BAUTISTA, razón por la cual la liturgia de este domingo celebra la SOLEMNIDAD.
 
El evangelio de la solemnidad nos presenta el relato del nacimiento de, quién será el PRECURSOR del SALVADOR DEL MUNDO, JUAN EL BAUTISTA.
 
Empieza el relato señalando que llego el tiempo, para el evangelista es importante marcar la importancia del tiempo en la realización del plan de salvación que Dios tiene en favor de todos. Llegó el tiempo en que Isabel, la esposa de Zacarías, el sacerdote, a la que tanto tiempo la habían hecho sufrir llamándola la estéril, y que gracias a la oración tanto de ella como la de su esposo, Dios le concedió que quedara esperando un hijo en su vejez, por lo que los vecinos y parientes reconocían que Dios le había hecho una gran misericordia y por eso eran capaces de alegrarse, con la madre del niño, por el acontecimiento del nacimiento del niño que despertaba en todos la interrogante de “¿qué llegará a ser este niño?” pues veían que la mano del señor estaba con él.
 
El evangelista nos hace conocer algunas prácticas de aquel entonces. Por ejemplo se nos dice que a los ocho días de nacido el niño varón era circuncidado, rito por el cual el niño entraba a ser parte del Pueblo elegido por Dios.  Era en este momento cuando se le daba un nombre al niño circuncidado, y por lo que reclaman los vecinos “no hay nadie en tu familia que lleve ese nombre” se ve que era costumbre que los niños llevasen el nombre de alguno de sus mayores y por eso los vecinos querían llamar al niño ZACARÍAS igual que su padre, y con el nombre ya estaban determinando cual sería el oficio del niño, este niño debía ser sacerdote como su padre, era la costumbre.
Por eso el cambio de nombre que ya había sido determinado antes de la concepción del niño va indicando que aquí va a ocurrir cosas que se salen de las costumbres. Será el propio padre el que se encargará de confirmar que al circuncidado le corresponde otro nombre diferente al que el lleva y por lo tanto realizará otro oficio distinto al suyo.
Es de esta manera que se establece que el niño debe llamarse JUAN. Y como para que todos los presentes supieran porque sucedía todo aquello el padre del niño empezó a alabar a Dios, acontecimiento que produjo una gran impresión entre los presentes y los de los alrededores a quienes se les comentaba este hecho.
Termina el relato haciéndonos saber que el niño iba creciendo y que se fortalecía en su espíritu, como queriendo señalar que la tarea que va a realizar necesita de alguien que no se acobarde ante las dificultades que va a encontrar al llevar adelante, el haber vivido en lugares desiertos hasta el día en que se manifestó a Israel ayuda a comprender que el niño ahora circuncidado y con nombre propio cuando adulto será “LA VOZ QUE GRITA EN EL DESIERTO”…
UN RECUERDO AGRADECIDO A CADA UNO DE MIS MAESTROS EN EL ISET Y A MIS COMPAÑEROS AHORA QUE NOS PREPARAMOS PARA CELEBRAR LOS 25 AÑOS DE NUESTRO EGRESO DE AQUELLAS QUERIDAS Y AÑORADAS AULAS DONDE SE NOS ACOMPAÑO EN EL APRENDIZAJE DE ESCUCHAR LA VOZ DEL SEÑOR PARA CONOCER SU VOLUNTAD Y EN EL COMPROMISO DE ANUNCIAR BUENAS NOTICIAS A NUESTROS HERMANOS…
 
SALUDOS A LOS MIEMBROS DE LA PROMOCIÓN “LA VOZ QUE GRITA EN EL DESIERTO” Y MI ALIENTO A SEGUIR CON LA MISIÓN ENCOMENDADA…

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