LA SOBERANÍA DE DIOS

Concluimos el año litúrgico con esta solemnidad de Cristo Rey del Universo lo que nos invita a reflexionar sobre la comprensión de lo que significa la “soberanía de Jesús”. Como el domingo pasado advertíamos, la literatura apocalíptica se convierte en un mensaje de resistencia desde la perseverancia y la fidelidad como lo fue el escrito de Daniel en tiempos de la invasión griega. La persistencia de estos griegos por erradicar las tradiciones de los judíos, llevó a la rebelión de los Macabeos quienes lograron restaurar por un tiempo el reino de Israel para luego dar paso al sojuzgamiento de Roma. Así, la relectura de la historia de aquel momento de crisis judía, confirmó que no hay poder humano que pueda atreverse a desafiar el poder de Dios, pero la hostilidad llevada a cabo por los detractores de la fe judía terminó por tambalear la confianza de muchos. Ahora bien, el mismo texto sugiere que se debe mantener la esperanza de la restauración de la humanidad caída gracias a la intervención del Hijo del hombre que vendrá con poder y gloria. Es esta misma esperanza, la que recoge la tradición cristiana, en el Apocalipsis, porque Jesucristo, el primer resucitado, amó a quienes borró el pecado por su sangre y nos convirtió en el pueblo elegido y santo. Es notoria la evocación al éxodo, pero esta vez no solo se subraya su gran rol en el pasado sino más bien su horizonte de futuro, por lo cual resulta importante meditar sobre la virtud de la esperanza. Y esta esperanza no defrauda, pues al mediar en la acusación contra el mismo Jesús que narra el evangelio de Juan, se revela el plan salvífico de Dios. De ahí la declaración clave de este momento: “mi reino no es de este mundo”. Hay una soberanía que es expresión de la esperanza del cristiano: la verdad. Por eso, es que celebramos esta fiesta, ya que la verdad se convierte en el adalid de quienes saben confiar en Dios.

En un tiempo donde se expande la desconfianza en las autoridades civiles, su mala administración y su profundo negativismo, se necesita creer que es posible que estas autoridades pueden ayudar mucho a sus hermanos si comprenden bien el alcance de esta reflexión acerca del peligro del poder. En circunstancias de incoherencias y mentiras, en medio de diversas opiniones en que todo el mundo afirma que dice la verdad, debe aumentar la exigencia de la responsabilidad ante sus hermanos. Estamos aguardando la Parusía, esta segunda venida en gloria, lo que provoca nuestra preocupación si realmente hemos entendido la relación entre la dimensión espiritual con la realidad que nos rodea y es allí donde tiene sentido la insistencia en la alabanza. Pues, no es una cuestión de presentarnos como los “buenos” sino exigirnos en hacer el bien y todo eso para alabanza de su infinita misericordia.

Finalmente, el proceso de Jesús según este evangelio de Juan involucra a Pilatos y su pregunta acerca de la verdad. Su intervención apunta a una dimensión trascendente antes que, a una situación de este mundo, lo que refleja el conflicto de fondo: asumir la soberanía de Dios por sobre todas las cosas. Se abre este tiempo de evaluación: tiempo de revisar, tiempo de tomar resoluciones; tiempo de confiar, tiempo de orar, tiempo de liberar. La esperanza no es un acto estático sino un continuo movimiento de quien anhela que Dios le ayude a proceder correctamente.

Por eso, al llegar a este domingo de Cristo Rey, solo podemos desear que jamás nadie usurpe el poder Dios, y con ello, resaltar la importancia de la Verdad como aceptación del plan salvífico del Padre escondido antes de todos los siglos en favor de los hombres.

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