Empieza el nuevo año civil y la Iglesia celebra la fiesta solemne de SANTA MARÍA, MADRE DE DIOS, dentro del tiempo de navidad que se inició con la celebración de la misa de la medianoche de la Natividad del Señor y se prolongará hasta la fiesta del bautismo del Señor, cuando se dará termino al tiempo de Navidad ya que al día siguiente se da inicio al tiempo ordinario.
Es entonces dentro de este espíritu navideño que celebramos esta fiesta solemne y con este espíritu navideño reflexionaremos las lecturas que la Madre Iglesia nos propone a todos sus hijos e hijas en la liturgia con la que celebramos a Santa María, Madre de Dios.
La primera lectura tomada del libro de los Números nos presenta el relato donde el Señor dirigiéndose a Moisés, le indica cómo deben bendecir Aarón y sus hijos a los israelitas:
“EL SEÑOR TE BENDIGA Y TE PROTEJA,
ILUMINE SU ROSTRO SOBRE TI Y TE CONCEDA SU FAVOR.
EL SEÑOR SE FIJE EN TI Y TE CONCEDA LA PAZ.”
La bendición que Aarón y sus hijos deben decir a los israelitas, empieza nombrando a aquel que bendice y protege: el Señor.
Continúa la bendición expresando deseos sobre quien la recibe: “Ilumine su rostro sobre ti”, es decir que nunca te sientas abandonado de Dios y por el contrario que siempre te sientas acompañado por Él.
“Y te conceda su favor”, es decir que te proteja y defienda de tus enemigos, haga prosperas tus actividades diarias, qué en tus trabajos, te conceda gozar de sus frutos.
“El Señor se fije en ti”, por muy pequeño que te sientas delante del señor ten presente que para Dios todos son iguales y a todos ama por igual y por lo tanto se fija en ti, eres importante para Él.
“Y te conceda la paz”, la paz con los tuyos y la paz con los demás, pero sobre todo la paz contigo mismo para que vivas en paz.
De esta manera Aarón y sus hijos se convierten en intercesores de la bendición de Dios sobre los israelitas.
El Apóstol San Pablo les ayuda a comprender a los creyentes de Galacia como así han llegado a ser hijos de Dios. Y es que “el nacido de una mujer” viene para librar del dominio de la Ley. Que gracias a Él reciben la condición de hijos adoptivos de Dios.
Como prueba de todo está gracia es que Dios envió el Espíritu de su Hijo, Espíritu que los hace llamar “mi papito” a Dios.
Y todo esto es posible gracias a que la Virgen María fue capaz de aceptar que la voluntad de Dios se realizará en ella, por lo que llegó a ser la Madre del Hijo de Dios.
El Evangelio nos narra lo que hicieron los pastores después de haber oído la buena noticia allá en la montaña, y que fue anunciada como motivo de alegría para el pueblo.
Los pastores fueron con prisa a Belén, donde encontraron a María José y el Niño envuelto en pañales y puesto en un pesebre, todo tal como se les había dicho y lo cual provocara que alaben y glorifiquen a Dios.
Los pastores luego se pusieron a contar aquello que habían escuchado decir sobre el niño: “en la ciudad de David les ha nacido el Salvador, el Mesías, el Señor”, este relato logra que todos lo que oyen se admiren de lo han escuchado.
El relato nos hace saber que “María conservaba todas esas cosas en su corazón y las meditaba”.
Aquí podemos todos aprender de la Madre Buena a guardar dentro de nuestros corazones la Palabra de Dios, que cada domingo escuchamos proclamar en la misa, para irla meditando durante la semana y dejando que esa palabra ilumine nuestra vida y nuestras acciones.
UNIDOS EN ORACIÓN POR EL ETERNO DESCANSO DE BENEDICTO XVI.
PARA USTEDES HERMANOS Y HERMANAS, FAMILIARES Y AMISTADES MI DESEO DE UN FELIZ AÑO NUEVO.
ABRAZOS PARA TODOS.