LECTIO DIVINA – DOMINGO 30º TO –Ciclo B

¿QUÉ QUIERES QUE HAGA POR TI?

LA PALABRA HOY: Jeremías 31,7-9; Salmo 125; Hebreos 5,1-6; Marcos 10,46-52
Ambientación: Un cirio, algunas velas más pequeñas apagadas, lentes oscuros, antifaz, vendas varias. Frase: ¡Señor, haz que vea!
Cantos sugeridos: Danos tu luz; Oración de unidad

AMBIENTACIÓN:
Tanto el pueblo de Israel como Bartimeo viven una experiencia de salvación, simbolizada en la curación de la ceguera. Ambos tendrán que responder, ponerse en camino y acoger la promesa que les habla de restauración, de curación.
También nosotros estamos llamados hoy a acoger la voz de Jesús, que nos invita a descubrir cuáles son nuestras cegueras.

Oración inicial
Permite que te sigamos por el camino,
oh Cristo, que has librado nuestra vida
de las sombras de pecado y la muerte,
permite que dejando todo aquello
en lo que hemos confiado ciegamente,
seamos en el mundo presencia amorosa
de tu Reino entre las personas.
Y continúa abriendo nuestros ojos
ante los signos de tu paso;
Que podamos decirte en medio de todos:
“Piedad de nosotros, Hijo de David,
llena nuestras vidas de tu Gracia”.
Para llevar a los pobres y a los pequeños
esta noticia gozosa de tu cercanía…
Para llevarte a ti, oh Cristo,
luz, camino y aspiración verdadera
de todo hombre que viene a este mundo.
Amén.

LECTIO ¿Qué dice el texto? Marcos 10, 46-52

Motivación: Auténtico discípulo es aquel que da testimonio y proclama su fe, la traduce en oración perseverante y confiada, se libera de todo lo que impida un encuentro personal con Cristo e, iluminado por Él, lo sigue decidido en su camino. Escuchemos.

En aquel tiempo, cuando salía Jesús de Jericó acompañado de sus discípulos y de mucha gente, el ciego Bartimeo, el hijo de Timeo, estaba sentado al borde del camino, pidiendo limosna.
Al oír que era Jesús de Nazareno, empezó a gritar: “Jesús Hijo de David, ten compasión de mí”.
Muchos lo regañaban para que se callara. Pero él gritaba más:
“Jesús, Hijo de David, ten compasión de mí”.
Jesús se detuvo y dijo: “Llámenlo”.
Llamaron al ciego, diciéndole: “Ánimo, levántate, que te llama”.
Soltó el manto, dio un salto y se acercó a Jesús.
Jesús le dijo: “¿Qué quieres que haga por ti?”
El ciego le contestó: “Maestro que pueda ver”.
Jesús le dijo: “Anda, tu fe te ha salvado”.
Y al momento recobró la vista y lo seguía por el camino. 

Preguntas para la lectura:

  • ¿Quién era Bartimeo? ¿Dónde se encontraba?
  • ¿Qué le pide a Jesús? ¿Cómo le llama?
  • ¿Cómo reacciona la gente que se encuentra en el camino?
  • ¿Qué acciones realiza Bartimeo para acercarse a Jesús?
  • ¿Qué le dice Jesús?
  • Una vez curado, ¿qué hace Bartimeo?

MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?

Motivación: Todos podemos vernos reflejados en el relato que hemos escuchado. La historia de Bartimeo es también nuestra propia historia. Sabemos, como este mendigo ciego, que sólo Jesús puede devolvernos la vista y hacer que le sigamos por el camino. 

  • ¿En qué se parece mi fe a la de Bartimeo?
  • ¿Cuáles son las cegueras que me impiden seguir a Jesús por el camino del discipulado?
  • Cuando el camino se hace duro, ¿me quedo “al borde del camino” o redoblo mi súplica confiada?
  • ¿Por qué camino me está invitando Jesús a seguirle?
  • ¿En qué momentos de mi vida he experimentado a Jesús como luz?
  • El mendigo ciego, sentado junto al camino, espera que Jesús abra sus ojos y alumbre su mirada. ¿Qué motivos para la esperanza me sugiere este texto?

ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: La Palabra de Dios ha dejado al descubierto que no son pocas nuestras cegueras. Como aquel mendigo ciego ponemos nuestra confianza en Jesús y le gritamos que nos devuelva la vista. 

  • Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
  • Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 125).

CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: San Vicente y Santa Luisa hablaron en diversas ocasiones de la ceguera espiritual:

«Tenemos que entregarnos enteramente a Dios y pedirle la gracia de conocernos a nosotros mismos. Porque, cuando queremos elevarnos demasiado, cuando buscamos nuestras propias satisfacciones, la ceguera de nuestro amor propio es la que nos oculta este conocimiento, que nos impide ver que todo lo bueno que en nosotros se aprecia, no es de nosotros. » (IX,174) 

«Me ha parecido en el primer punto que una de las razones que tenemos para darnos a Dios es la gran dificultad que el amor a nuestra propia estima opone siempre a la práctica de esta virtud por la ceguera en que nos hace caer respecto a nosotros mismos y respecto al prójimo; ello es causa de que con frecuencia juzguemos las intenciones y acciones de nuestras Hermanas de manera muy distinta a la verdad.» (SLM, E64).

San Vicente invita a confiar en Jesús, luz del mundo: “Siga haciendo que sus decisiones sean cada vez más conformes con Nuestro Señor y confíe en él, que será su luz y su fortaleza en todo.” (VI,548) 

Compromiso: Dar testimonio de haber hallado en Cristo la Luz y el Camino que nos compromete a dar frutos de verdad, justicia y paz. 

Oración final
Señor ayúdanos a vivir tus enseñanzas
con la alegría de saber que ellas nos identifican contigo,
que por ellas actualizamos tu manera de ser
y así estamos realizando el proyecto del Padre.
Llena nuestro corazón de alegría,
al servir desinteresadamente, a ser gratuitos en el bien que hacemos,
al mirar la otro con tus ojos y al amar a tu estilo y a tu manera,
buscando solo el bien de los demás.
Danos la capacidad de amar y servir
como lo hiciste Tú. Que así sea.

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