LECTIO DIVINA – 3º DOMINGO DE PASCUA

USTEDES SON TESTIGOS DE ESTAS COSAS

LA PALABRA HOY: Hechos Apóstoles 3,13-15.17-19; Salmo 4; 1 Juan 2,1-5; Lucas 24, 35-38
Ambientación: Cirio pascual, biblia grande, imagen del resucitado
Cantos sugeridos: Cristo es nuestra paz; Te conocimos, Señor

AMBIENTACIÓN:
Los textos de hoy establecen una estrecha relación entre la experiencia pascual y la necesidad de dar testimonio de ella. ¿Nuestra fe nos impulsa a ser testigos del Señor en medio de este mundo? Abramos, una vez más, los ojos de la fe para reconocer la presencia activa de Cristo Resucitado, que arranca nuestros miedos y nos convierte en testigos de su esperanza.

Oración inicial
Señor Jesús
Tú que habías sido colgado en la cruz
y que te habían puesto en un túmulo,
ahora te apareces y saludas a tus discípulos,
diciéndoles: LA PAZ ESTÉ CON USTEDES.
Te pedimos que nos ayudes a comprender
todo el misterio de tu resurrección y
así valorar el hecho de que Tú
que venciste la muerte, ahora estás vivo
y estás a nuestro lado.
Derrama en nosotros tu Espíritu Santo
para que sepamos reconocerte en nuestra vida
y tener la certeza y la seguridad
de que estás vivo y que estás a nuestro lado,
porque has resucitado
y que nos implicas y comprometes en tu misión.
Que así sea 

LECTIO ¿Qué dice el texto? Lucas 24, 35-38 

Motivación: Los apóstoles iniciaron con ilusión y alegría la tarea de proclamar a los cuatro vientos la Buena Noticia de Jesús. Hoy nos toca a nosotros continuar ese proceso de anuncio y evangelización.

Pero para poder hacerlo de manera creíble y esperanzada, antes hay que vivir una experiencia de encuentro gozoso con Jesús Resucitado, que haga posible superar las dudas y los miedos que tantas veces nos paralizan.

En aquel tiempo, contaban los discípulos los que les había pasado por el camino y cómo habían reconocido a Jesús al partir el pan.
Estaban hablando de estas cosas, cuando se presenta Jesús en medio de ellos y les dice: “Paz a ustedes”.
Llenos de miedo por la sorpresa, creían ver un fantasma.
Él les dijo: “¿Por qué se asustan?, ¿por qué surgen dudas en su interior? Miren mis manos y mis pies: soy o en persona. Tóquenme y dense cuenta de que un fantasma no tiene carne y huesos, como ven que yo tengo”.
Dicho esto, les mostró las manos y los pies. Y como no acababan de creer por la alegría y el asombro, les dijo: “¿Tienen algo de comer?”.
Ellos le ofrecieron un trozo de pescado asado. Él lo tomó y comió delante de ellos. Y les dijo: “Esto es lo que les decía mientras estaba con ustedes: que todo lo escrito en la ley de Moisés y en los profetas y salmos acerca de mí tenía que cumplirse”.
Entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras. Y añadió: “Así estaba escrito: el Cristo padecerá, resucitará de entre los muertos al tercer día, y en su nombre se predicará la conversión y el perdón de los pecados a todos los pueblos, comenzando por Jerusalén. Ustedes son testigos de esto”. 

Preguntas para la lectura:

  • ¿Cómo reaccionan los discípulos ante la aparición del Resucitado?
  • ¿A través de qué signos se da Jesús a conocer a sus discípulos?
  • ¿Según la Biblia qué le tenía que pasar al Mesías?
  • ¿Con qué palabras se alude a la misión que tendrán que realizar los discípulos después de la Pascua?

MEDITATIO ¿Qué ME dice el texto?

Motivación: Reconocer al Resucitado en nuestras vidas no siempre es tan fácil ni inmediato. A veces necesitamos de un largo proceso, en el que vamos captando poco a poco los signos de esta su presencia entre nosotros. Este encuentro conlleva una misión: dar testimonio de Él y de su proyecto reconciliador ante todas las personas. 

  • ¿Dónde y cómo reconoces los signos de la presencia del Resucitado en tu vida y en los acontecimientos de cada día?
  • Jesús resucitado no es un fantasma, sino aquel que vive y está presente en nuestras vidas. ¿Estás convencido de ello? ¿De qué “fantasmas” tendríamos que liberarnos para vivir a fondo el mensaje de esperanza de la Pascua?
  • En su nombre se anunciará… la conversión y el perdón de los pecados. ¿Cómo deberíamos traducir hoy esta misión reconciliadora que nace de la Pascua?
  • No estamos solos en tarea de construir el Reino. Contamos con la fuerza del Espíritu de Dios. ¿Sientes esta presencia? ¿De qué modo te anima a seguir adelante?

ORATIO ¿Qué le digo al Señor motivado por su Palabra?

Motivación: El Señor está en medio de nosotros y nos comunica su paz. Eso nos libera de nuestros fantasmas y de nuestros miedos. Oremos confiadamente, sabiendo que su Espíritu nos fortalece para dar testimonio. 

  • Luego de un tiempo de oración personal, podemos compartir en voz alta nuestra oración, siempre dirigiéndonos a Dios mediante la alabanza, la acción de gracias o la súplica confiada.
  • Se puede, también, recitar el salmo responsorial que corresponde a este domingo (Salmo 4).

CONTEMPLATIO ¿Qué me lleva a hacer el texto?

Motivación: En la Eucaristía, podemos reconocer y adorar al Resucitado. En ella, el discípulo encuentra la fuerza para su labor misionera. San Vicente exhortaba a vivirla, interiorizarla y celebrarla intensamente. En una conferencia a las Hijas de la Caridad les dice:

“Hermanas mías, la Hija de la Caridad que ha comulgado bien no hará nada que no sea agradable a Dios; porque hará las acciones del mismo Dios… Así pues, cuando vean a una Hija de la Caridad servir a los pobres con amor, con mansedumbre, con desvelo, pueden decir sin reparo alguno: Esta hermana ha comulgado bien” (SV IX, 331-333)

  • Compromiso personal: Convertir mis temores en opción por llevar la presencia del Resucitado a quienes no conocen el poder de su Resurrección y su paz.
  • La paz comienza con una sonrisa (Madre Teresa de Calcuta). Compartir el don de la paz del Resucitado con las personas que están a mi alrededor. 

Oración final
Te damos gracias,
Oh Cristo resucitado, vida y paz nuestra.
Hoy en tu visita gloriosa,
has atravesado las puertas de nuestro egoísmo
y las murallas de nuestros temores.
Has sido Tú quien nos has enviado,
a entrar en toda casa donde se vive en temor
y donde no se conoce el perdón de Dios.
Tú eres nuestra paz
¡Oh Cristo que nos visitas!
Reina sobre nosotros,
y enséñanos a devolver perdón por odio,
reconciliación por ofensa recibida.
Para que tu luz sea recibida abundantemente,
en nuestra tierra que la desea,
como te desea a Ti mismo,
oh Cristo resucitado, nuestra paz verdadera.
Amén.

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