Queridos hermanos:
El cuarto domingo de pascua de cada año se celebra el día del Buen Pastor. En la Biblia, en muchos momentos se usa la imagen del pastor con sus ovejas para explicar la relación que hay entre Dios y nosotros. El deseo que tiene Dios por darnos felicidad y plenitud es comparado con el cuidado que un pastor tiene por su rebaño. Por ejemplo, en la segunda lectura de este domingo se dice que Dios es el pastor que “nos conducirá hacia las fuentes de agua viva”, y en el evangelio se menciona que a sus ovejas Jesús “les dará la vida eterna y nadie las arrebatará de su mano”. También el salmo de este domingo proclama que si Dios es el pastor que quiere protegernos y darnos vida, entonces “nosotros somos su pueblo y ovejas de su rebaño”.
Todo aquel que sepa algo del trabajo de pastor, podrá atestiguar que para que la relación entre un pastor y sus ovejas funcione, debe haber entre ellos mucha cercanía. El pastor debe estar con las ovejas y las ovejas deben conocer al pastor. Esto también se aplica a la relación entre Dios y nosotros. Cuando hace años el Papa Francisco dijo que “el pastor debe tener olor a oveja”, no solo se refería a que los sacerdotes (que son como pastores para el pueblo) deben tener mucha cercanía con sus fieles, sino que también estaba describiendo cómo es Dios con nosotros: Dios siempre se ha mostrado cercano con nosotros, al punto que se hizo uno como nosotros. Dios es un pastor que es capaz de dar la vida por sus ovejas. Mayor demostración de amor y de cercanía que esta, no hay.
Ahora bien, las ovejas también tenemos que hacer lo nuestro. Dios podría tener toda la buena intención de “conducirnos a las fuentes de agua viva”, pero si nosotros somos indiferentes, mantenemos nuestra distancia y no le escuchamos, no podremos considerarnos como parte de su rebaño y menos gozar de su protección. Como dice el evangelio de este domingo, la idea es que “las ovejas escuchen su voz, que conozcan al pastor y le sigan”. Porque, ¿de qué sirve tener un pastor tan bueno si no se le escucha ni se le sigue? Una vez más, la cercanía a Dios es la clave. Y esa cercanía se consigue con la oración, la vivencia de los sacramentos, la práctica de la caridad, la lectura y meditación de su Palabra, etc. Si Dios es un pastor que tiene “olor a oveja”, la idea es que nosotros, gracias a nuestra cercanía a Dios, tengamos “olor a nuestro pastor”.