Estar cerca a Dios
Había una vez un joven, que por su aspecto físico podía ser poco atrayente. Era sencillo, humilde, trabajador (cuando trabajaba no le gustaba hacer propaganda de lo que hacía, ya que ayudaba en el silencio a muchos), era hijo de dos padres muy creyentes que vivían en una casita lejos de la ciudad. Este joven de muy niño siempre le decía a sus papás: “¿cómo será Dios?, quiero estar cerca de Él, ¿qué puedo hacer para estar más cerquita a él?” Sus padres, en el poco conocimiento que tenían, le dijeron: “eso sólo lo pueden hacer los santos, nosotros somos pecadores, pero no te preocupes que Dios siempre está con nosotros, también en el trabajo pobre y sencillo que haces. No te preocupes algún día Él te dará una sorpresa”. Pasaron los días y los años, él creció, sus padres ya se hicieron muy mayores que no podían caminar. De pronto, se le presentó la oportunidad de ir a la ciudad después de muchos años alejado de ella. Todo le parecía nuevo, toda la modernidad de esa ciudad le llamaba la atención. De pronto vio un templo abierto, eran contadas las personas que estaban allí haciendo su oración personal. Pero este joven sintió algo especial, una especie de llamado, alguien le habló y le dijo: “Corre hacia adelante que verás a Jesús”. Muy obediente fue para adelante, y cuando estuvo frente al altar, el sagrario se abrió y él se puso de rodillas, y del mismo sagrario salió una luz y una voz que decía: “siempre te estuve esperando, aquí estoy para abrazarte”.
Abram tuvo un maravilloso encuentro con Dios. Tan maravilloso y fuerte fue su encuentro con Dios que su fe se fortaleció, ya que aceptó que Dios siempre le acompañó inclusive a la tierra que Dios le señaló: “Abram creyó al Señor, y el Señor se lo tuvo en cuenta…Yo soy el Señor que te sacó de Ur de los Caldeos, para darte en posesión esta tierra” (Gen.15,5-12.17-18). Cuaresma es un tiempo para estar cerca a Dios y para creer en sus promesas. Como aquel jovencito de la historia, que creyó en las promesas de Dios a través de sus padres. El que cree en las promesas de Dios recibe su bendición. Abram lo hizo y por eso Dios hizo una alianza con él: “Aquel día el Señor hizo una alianza con Abram…” Él se fió de Dios, no dudó ni un instante de su promesa.
Hay quienes no quieren aceptar a Dios en su vida, otros que cuando se les invita a hacer ese acto de fe, piensan que eso es del mundo protestante o que simplemente no se puede dar. San Pablo tiene una palabra para ellos y para los que saben que Dios puede cambiar sus vidas y que existe, se resisten: “…hay muchos que se portan como enemigos de la Cruz de Cristo: su fin es la perdición…” (Filp.3,17-4,1). Si Dios viene a mi encuentro: ¿por qué no le abro mi corazón y me dejo tocar por Él?, ¿por qué no le hago caso? Sólo el que se abre a él, podrá decir como San Pablo: “Nosotros, por el contrario, somos ciudadanos del cielo, de donde aguardamos un Salvador…” ¿Alguna vez has pensado que nos espera un cielo prometido?, ¿sabes que de Dios venimos y a Dios volvemos? Dice San Agustín: “Dios que te creó sin ti, no te salvará sin ti”. ¿Soy o no enemigo de la cruz?
Fueron doce los apóstoles de Jesús, pero de ellos, sólo tres tuvieron el privilegio de tener un encuentro especialísimo con Jesús, tanto así que vieron su gloria: “…tomó a Pedro, a Juan y a Santiago, y subió a lo alto de la montaña, para orar. Y mientras oraba, el aspecto de su rostro cambió…Pedro y sus compañeros se caían de sueño; pero permanecieron despiertos y vieron la gloria de Jesús…” (Lc.9,28b-36).
¿Sabes qué significa estar con Jesús o qué provoca estar con Él?: el gozo de saberse amado por él, la alegría y las ganas de vivir y de comunicar su amor, dejarse transformar por su gracia, su llamado es desde la intimidad, él me prefiere, desea que “mi vestimenta” (mi vida) se vuelva “de una blancura deslumbrante”. ¿Saben cuál fue la reacción de Pedro, Santiago y Juan cuando tuvieron esa experiencia de estar con Jesús: “Maestro qué bien se está aquí”. Cuaresma es un tiempo para estar bien con Dios, para estar cerca de Él y dejarse transformar (transfigurar) por Él, por su gracia para que eso se note en mi diario vivir, en mi relación con los demás, en el servicio que le debo a los preferidos de Jesús (que son los pobres), en el anunciar su amor salvador a otros, etc. ¿Te animas a dejarte transformar por Dios?
Estar con Dios es toda una gran tarea que dura toda la vida. Aprovechemos esta cuaresma para estar más cerca a Dios!!!
Con mi bendición.