Buenos días Padre Dios,
gracias por el don de la vida
y por este nuevo día
al que me llamas
después de haber gozado
de un merecido descanso nocturno
lleno de tu bendición y protección.
Gracias Padre Bueno por dirigirme tu Palabra
y con ella darme a conocer tu Voluntad,
aquella que me prepara para llegar
a participar de tu reino de los cielos.
En el evangelio de hoy día
nos das a conocer por medio de Juan el Bautista
que debemos convertirnos
“porque está cerca el reino de los cielos”.
A él acude la gente,
las que antes de ser bautizados
confesaban sus pecados,
primer paso para la conversión,
saber reconocer aquello que debemos cambiar,
pues de otra manera
podríamos terminar diciendo
“no tengo nada que cambiar,
de que me voy a convertir”
y entonces no daríamos
los frutos de la conversión
que son las obras buenas
con las que se nos recomienda
salir al encuentro del Señor que viene.
Padre Bueno permite que al esforzarnos
en realizar las buenas obras
que Tú esperas de tus hijos y de esa manera
seamos como el árbol que da buen fruto,
como planta de trigo cuyas espigas estén llenas de granos.
Y todo esto como expresión
de nuestra espera del Señor que viene
en su segunda venida en gloria y majestad
sobre las nubes del cielo
acompañado de sus ángeles
para establecer el juicio a las naciones.

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