Queridos hermanos, a escasos días de haber celebrado el nacimiento del Señor, aquel momento culmen de nuestra historia de la salvación, que se ve reflejado en la inocencia de un Niño, todos como familia hemos puesto nuestra confianza para pedirle al Señor que bendiga, acompañe e ilumine nuestros pasos en este nuevo nacimiento. Que la alegría de los pastores también sea hoy en día la alegría de muchos hermanos que sufren un nuevo éxodo.
Hoy en este domingo en que celebramos la esencia y el fundamento principal en la cual se basa nuestra sociedad, vemos reflejado en la Familia de Nazaret, el vínculo de amor, de fraternidad y de compañerismo que une a esas tres personas, que las hace valiosas a los ojos de Dios, con sus propias cualidades y virtudes, cada uno de ellas cumpliendo un papel importante en nuestra propia historia de salvación y en la propia intervención de Dios para con el hombre.
Es entonces la Sagrada Familia, el espejo donde hoy en día todos debemos fijar nuestra mirada, porque ella nos habla a través del silencio, de los gestos, de la ternura de este niño recién nacido, de su peripecia por caminar en el mundo, de salir huyendo, para que las riendas del mal no acaben con la fuerza del bien. Tenemos entonces la seguridad que en la Familia de Nazaret el bien es el que ilumina el corazón radiante del padre, de la madre y del Hijo.
Una familia mirando a la Familia de Nazaret, tiene que sentir esa caricia y ternura de Dios que cada día se manifiesta en las acciones concretas, es la familia la mejor opción que uno pueda hacer, porque en ella nos edificamos en el valor, nos edificamos en la práctica de las virtudes, nos edificamos en el compañerismo mutuamente esposo-esposa, hijo-padres.
Queridos hermanos que la Sagrada Familia nos ayuden a vivir cristianamente nuestro compromiso por hacer de nuestro país, un país donde podamos convivir distintas culturas, razas y religiones. Hagamos de nuestro país una donde nos sentemos a compartir la fracción del pan, como una sola familia, como hijos amados y queridos en el Señor no nos desanimemos por las diversas adversidades que el mundo nos va presentando, les pido desde aquí, que aprendamos a valorar nuestras familias, ayudemos a las que vamos viendo que se van destruyendo, a las familias jóvenes que el testimonio de las familias mayores les ayude a fortalecer su compromiso y su vínculo de amor y que los que aún tienen dudas por aceptar una familia, se comprometan a descubrir que en la familia encontramos la verdadera felicidad.
Desde ya para todos y con mucho cariño y afecto fraternal un Feliz Año Nuevo que el Señor nos bendiga y nos dé la fortaleza necesaria para proponernos a que este 2019 sea un año lleno de bendiciones.