Queridos hermanos han pasado 50 días de aquel gran momento en que toda la Iglesia triunfante resucitaba con Cristo. Ese día volvimos a recuperar nuestra esperanza que la habíamos perdido, una esperanza que ha sido renovada con la gloria de Cristo. Queremos seguir siendo testigos de la gloria de Dios con nuestras vidas y con el testimonio de nuestros actos.
Hoy la Iglesia rebosa de alegría, es la fiesta del Espíritu Santo, es el día en que hemos recibido la fuerza vivificante de toda la Iglesia y con ella nuestra alegría se manifiesta en todos los rincones de la tierra, porque verdaderamente el Señor ha cumplido su palabra, no nos hemos quedado solos. Nos quedamos más que fortalecidos para emprender con valentía la misión de la Iglesia, es el tiempo del Espíritu, es el tiempo de la santificación dentro de nuestras familias, centros de trabajo, nuestro barrio, nuestros colegios, nuestras parroquia, pero sobre todo, dentro de nuestras vidas. Este Espíritu nos ayudará a caminar por los senderos de la santidad comunitaria, no estamos solos. Hoy más que nunca nos acompaña el Divino Espíritu y con él toda nuestra comunidad peregrina.
Quiero animarles a no perder nunca la esperanza, a tener siempre presente que el Espíritu nos regala siete dones, siete grandes pilares para no perder nuestro horizonte, para no recurrir a otras fuerzas que no sean la de Dios.
El don de Sabiduría: ¿Cuántas veces hemos tomado una decisión sin tener presente este don, y hemos actuado movidos por la desesperación?
El don de Piedad: ¿Dónde ha quedado nuestro ser religioso? ¿Hemos perdido nuestra relación de intimidad con Dios?
El don de Fortaleza: ¿Buscamos a Dios para pedirle que no nos debiliten las fuerzas del mal?
El don de Entendimiento: Muchas veces no podremos entender la voluntad de Dios, pero ¿cuántas veces le pedimos este don?
El don de Ciencia: Siempre van buscando la verdad a muchas cosas, ¿nosotros buscamos Cristo que es nuestra única verdad?
El don de Temor de Dios: No es un Dios que nos castiga, es un Dios de amor, no actuamos movidos por el miedo ¿Hemos recocido que Dios es mayor que nuestros problemas?
Queridos hermanos en esta hora decisiva del Espíritu, no nos abandonemos en manos que no son la de Dios, no olvidemos que el Señor ya ha cumplido con su promesa de enviarnos al Santo Espíritu, él ha sido veraz con su promesa. Quizás cabe la pregunta para nuestras vidas ¿Estamos cumpliendo la promesa que le hicimos al Señor? ¿Actuamos con la verdad? No caigamos en el juego de convertirnos en cómplices de la mentira, que nuestra fe sea simiente en la verdad, porque la verdad nos libera.