Velar, Velar, Velar
El Adviento siempre va de la mano con la espera. La llamada a la vigilancia está implícita en cada día que la liturgia nos presenta durante este tiempo. La llegada del Mesías es inminente y el mundo se alegra con este hecho. Sin embargo, la alegría de comenzar este nuevo kairos no debe descuidar nuestra vigilancia. Perseverar en la vigilancia es esencial para comenzar el Adviento, y en tal medida, lo quiere dejar claro el Evangelio de Marcos.
El evangelio de Marcos, nos presenta la tercera parte del discurso apocalíptico. Es posterior a la parábola de la higuera y anterior al inicio de la pasión. Además que el imperativo velar, γρηγορειτε, se repite tres veces en el texto. La llamada a estar vigilantes antes de la pasión, son luces que nos puede llevar a reflexionar este texto tan pequeño.
No sabemos el tiempo ni la hora. Creo que es el punto más duro de la espera, el no conocer el tiempo ni la hora, es quizá la parte más angustiosa para el ser humano, sobre todo cuando los tiempos de hoy, nos quieren acostumbrar a solo prepararnos para la inmediatez del mundo. Para Dios no hay tiempo, no hay horas y tampoco habla de un momento catastrófico. No busca que se genere angustias, sino más bien que la vigilancia sea más bien una actitud en nuestras vidas.
Dio a cada uno de sus criados su tarea. En contraste con no saber el cuándo vendrá el Señor, tenemos que a cada le ha sido confiada una misión y una tarea específica en esta idea. No hay forma de vivir angustiados cuando sabes en donde centrar tus fuerzas.
No sea que venga inesperadamente y los encuentre dormidos. Es curiosa la advertencia que nos hace el evangelio, el que seamos encontrados “dormidos”. No significa que nos quedemos sin descanso, sino insiste en que la actitud de vigilancia nos exige estar “despiertos” a la espera del Señor. Que no vayamos a ser seguidores de Cristo adormilados en la vida, que la llegada inesperada no sea sorpresa de tensión, sino más bien se convierta en la esperanza de que no estamos somos sino más bien, acompañados.
Que la llamada a la vigilancia y la perseverancia acompañen nuestra vida en este Adviento, y que podamos preparar nuestras “moradas” a la llegada del Mesías.